De la misma manera que será difícil cambiar el modelo, la estrategia de confrontación y la ruta de un manejo homogéneo y absoluto del poder, es posible que algún cambio se produzca, si persiste el estilo personal del nuevo presidente. No es mucho, pero puede ser una apertura para la posibilidad de encontrar escenarios de diálogos muy puntuales y coyunturales que produzcan agendas concertadas.
En este contexto, debe apreciarse con cautela la vista del presidente electo a los mandatarios de Colombia y Perú. Se desconoce si existía algún motivo de emergencia que impedía esperar algunos días para tener las mismas citas en Quito con motivo de la posesión del nuevo mandatario. En la revisión de la agenda no existe, salvo un tema delicado y sobre el que se justificaría la reserva, como sería el caso venezolano. De ser ese caso, el presidente ecuatoriano habría inaugurado una diplomacia directa, personal y reservada, a pesar del blindaje político que lo siguió como a un reo. Según un reportaje de diario Expreso el mandatario electo, habría dicho que la alineación política del Ecuador es con el mundo y no con un bloque, añadiendo que es tiempo de hacer una política a lo ecuatoriana. Por lo visto, los cancerberos que lo acompañaban y vigilaban no pudieron hacer nada. Un desliz le quitó, sin embargo, el nivel a la visita al Perú. No debió inmiscuirse en el caso judicial de los ecuatorianos detenidos en Lima, situación que no corresponde a la presidencia de ese país si no a la función judicial. Probablemente se confundió, por cuanto en el Ecuador no existe una división de las funciones del Estado, donde hasta se dio caso de que el presidente de la República llame la atención al Fiscal General y que en menos de 24 horas el amonestado reconozca la falta, con propósito de enmienda incluido. Con seguridad, sin proponérselo, concedió una gran prueba de persecución política a favor de los detenidos en Lima.
Aunque el redil ya esté demarcado y el margen de acción sea mínimo para el nuevo mandatario, la sutileza de su estilo – muy renacentista, Maquiavelo tiene algunas sugerencias al respecto -podrá ser un camino en favor de la paz política del país.
Si los malos augurios de los apocalípticos economistas se cumplen, la famosa “mano extendida” será indispensable para lograr un diálogo que conduzca a mínimos acuerdos que toleren las medidas y no desequilibren más al país.
En estas circunstancias sería importante que luego del discurso de posesión, que será de buenas intenciones, dirija un mensaje a la nación sobre la situación que hereda y las inevitables medidas que deberán adoptarse. La oportunidad de los primeros días no debe perderse a riesgo de que resigne espacios; lo que significaría en el argot de García Márquez: “Crónica de un suicidio anunciado”.
Por eso, más que nunca, hay que recurrir a las sentencias del pragmatismo y reflexionar porqué siempre es preferible pedir perdón antes que permiso.