Las “condiciones objetivas”, término usado por el marxismo ortodoxo, y la historieta argentina del Dr. Merengue, son válidas para comprender las diferencias del Ecuador en la década “ganada, perdida o llevada en peso” con los escasos meses del gobierno de Lenín Moreno.
Iniciar un gobierno con un petróleo promediando los USD 100 el barril es una cosa y otra muy distinta hacerlo a 50. Las diferencias políticas también son significativas. Rafael Correa inició su mandato sin oposición y pudo derrumbar toda la institucionalidad vigente -incluso el parlamento-, llamar a una constituyente y elaborar una constitución a la medida de su porte y peso; sastres constituyentes nacionales y españoles sobraban.
Hoy la situación es diferente y paradójicamente la gran oposición parlamentaria –que antes no existió- puede develarse en la mixtura y camaleónica piel del partido gobernante.
En el anterior régimen, casa adentro, no existió ningún inconveniente o reparo de consideración. La menor disidencia era castigada con la exclusión y probablemente enjuiciamiento. La diferencia ahora es evidente. El Presidente tiene que lidiar -hasta el momento con éxito– con el caso del Vicepresidente que se lo impusieron como sucesor inmediato y a corto plazo, pues no contaron con el caso Odebrecht y otros imponderables. Sin embargo, la dificultad también reside en el gabinete lleno de figuras del correísmo y de una canciller que públicamente ofreció una terna para designar embajador ante los EE.UU.; ¿consideró que el Presidente no podía? Le faltó a la diplomática la sutileza para apreciar que la propuesta anterior era una muerte anunciada; jamás, los EE.UU. iban a dar el beneplácito a quien desde el gobierno había reiterado su animadversión hacia ese país.
En la agenda de comparaciones, el anterior gobernante arriesgó todo a la constituyente, consultas y enmiendas; el sucesor, por el contrario, decidió una consulta elaborada con el arte de hacer preguntas a las que es imposible decir que no. Ojalá sea suficiente, pues renunció a la convocatoria de una constituyente o a la muerte cruzada durante la luna de miel.
La nave es segura pero los vientos arrecian y el tiempo para arribar es corto. Destaca una variable muy importante de comparación. Si bien se puede generalizar y afirmar que el gobierno anterior fue de las grandes contrataciones sin control alguno, al presente se le puede endilgar -ojalá no sea solo una apreciación anticipada– que será el de la fiscalización y aunque la mesa esté servida, demandará las cuentas claras y el chocolate espeso.
No se puede exigir al gobierno que cambie el ritmo o la velocidad. Pero es imprescindible que este estilo inédito no se compare con las cabriolas del Dr. Merengue de la conocida caricatura argentina: una es la apariencia franca y en español; y otra un sainete bien elaborado en francés, valón o portugués brasileño.