El bloque de AP, juega al legislativo, con voz propia, en fin, un poco. Un comunicado de su Grupo Parlamentario por los Derechos de las Mujeres de la Asamblea, recuerda que la violencia doméstica es primero un delito antes que un hecho privado. Esta positiva intervención defiende principios y la necesidad de contrarrestar la violencia doméstica.
Cuánta falta ha hecho esta voz del bloque de AP en numerosas ocasiones en que ha habido casos que han atentado contra la integridad de las mujeres, o los principios han estado puestos de lado o simplemente cuando Correa pasó la dirección del programa que capacitaba a los menores sobre sexualidad a una arcaica visión que quiere una mujer encerrada en su rol de madre y sometida al hombre. Un pasado conocido que cimenta imposición, dominación y violencia. Cuántas veces en las sabatinas el machismo ordinario, “jocoso”, denigró a la mujer. Hubo silencio cómplice.
Qué bueno entonces que ahora voces del legislativo de AP reivindiquen principios, aunque hasta recién este bloque privó al legislativo de sus prerrogativas, al haber cedido poder al Ejecutivo, en los hechos y más allá de lo que indica la Constitución.
Claro, el sistema de control presidencial ahora no es el mismo del que tenía hasta hace poco. Hay menos riesgo de perder el puesto. Además, el Ejecutivo rehace imagen, las elecciones y el futuro político de Correa exigen aparecer menos autoritarios. Por eso, ahora vuelan unas cabezas para construir una imagen de rechazo a la corrupción. Pero durante la década de AP hubo defensa de claros casos de corrupción en la cúspide gubernamental.
Acaso eso sirva para la campaña electoral. Para la historia, los hechos dicen que no se asumió principios, dominó la promoción presidencial o gubernamental, su voluntad de imponerse, el realismo político del cálculo circunstancial o los intereses ahí escondidos. La mayoría legislativa no hizo el indispensable contrapeso al Ejecutivo, ni asumió principios, fue cómplice silenciosa de abusos y violaciones de derechos.
Cuánta falta hizo que sobre los evidentes casos de corrupción asuma leyes y principios, más al interés colectivo y no la voluntad del Ejecutivo. Faltó una voz de la mayoría de AP que asuma su deber de indagar casos de corrupción de parientes o no del Ejecutivo, tan defendidos antes que sea imposible negar la evidencia de ilícitos dada por la prensa.
Queda ahora a construir otro legislativo, no para impedir gobernar al Ejecutivo, el gobierno requiere de un grupo parlamentario. Pero un legislativo democrático y participativo debe controlar al Ejecutivo, asumir lo que prescriben leyes y principios, ser espacio para la expresión ciudadana con sus problemas y propuestas, encarnar proyectos e ideas del bienestar colectivo y saber representar a la sociedad antes que a “líder” alguno.