Los casi 16 años de erupción constante que lleva el Tungurahua son el mejor ejemplo sobre cómo el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional ha manejado la información acerca del comportamiento de ese volcán.
Los informes especiales cada dos horas, cuando así lo amerita, porque el Tungurahua despierta luego de meses o semanas de silencio, o sus boletines diarios -como ha sido costumbre- han evidenciado que la información fue entregada de forma técnica. Sin caer en pánico o en falsas alarmas.
Las autoridades y técnicos del Instituto siempre tuvieron algo claro y lo han repetido tantas veces: ellos proporcionan los datos técnicos, sea de volcanes o temblores que se producen en el país, y quienes toman las decisiones sobre medidas preventivas son las entidades públicas, que en este caso es la Secretaría de Gestión de Riesgos.
Esa dinámica de trabajo cambió desde el sábado 15 de agosto del 2015, con la emisión del decreto de estado de excepción, que prohíbe al Instituto Geofísico proporcionar directamente la información sobre el volcán Cotopaxi, a través de su página digital o de las exposiciones de sus técnicos.
El acceso directo que los periodistas tuvimos a las explicaciones técnicas del Geofísico sobre el volcán Tungurahua -que en este octubre cumplirá 16 años de reactivación- ha sido determinante para escribir de forma sencilla y clara sobre lo que estaba ocurriendo con el coloso. Geólogos, sismólogos, vulcanólogos, físicos y otros funcionarios han ayudado a comprender muchos términos técnicos y difíciles del proceso eruptivo del Tungurahua. Y se esperaría que lo mismo sucediese, en este momento, con el Cotopaxi.
Esa posibilidad es casi nula con el estado de excepción, porque la información se ha concentrado. Los técnicos del Geofísico pasan sus informes al Ministerio Coordinador de Seguridad, que evalúa su contenido y luego se difunde por los canales oficiales. Hasta ahora, los informes son escuetos.
El Instituto Geofísico quedó ‘silenciado’.