Un día, hace nueve años, la vida de Alberto Astudillo dio un cambio inesperado pero deseado. Mientras descansaba en su habitación viendo la televisión, su esposa Elizabeth llegó y le colocó un pequeño cachorrito negro en su pecho. Era Otto, el primero de sus cuatros perros rescatados que el presentador de televisión tiene en su hogar y que ahora forman parte de su familia.
Como todo inicio, nada fue fácil. Otto fue encontrado en una caja de cartón a días de nacer. Nunca tuvo a su madre para amamantarlo y por ello no contaba con los mejores criterios médicos para sobrevivir. Eso derivó en que la familia de Astudillo se involucre completamente a su cuidado. El sacrificio dio buenos resultados y hoy por hoy el can es uno de los más “mimados” del hogar.
En el 2012 llegó Lolita, una perrita que si no era adoptada iba a ser sacrificada. El arribo de la nueva mascota ayudó a que Otto mejore en su comportamiento pues al principio no ladraba. “Llegó y revolucionó la casa. Es una loca. Ladra, salta, le molesta al uno al otro, pero todo sin perder su toque de cariño y ternura”, agrega el creador del programa radial ‘La Parola’.
Con dos mascotas, la familia del periodista deportivo sintió la necesidad de involucrarse más por la fauna animal de la capital, por ser “su voz”. “Otto nos abrió los ojos. Nos hizo entender que la situación con los perros callejeros no había cambiado y algo se tenía que hacer. En mi caso, más allá de que tenga uno o cuatro animales rescatados, la idea está en mostrar a las personas que adoptar un animal de la calle está a su alcance”, sostiene.
Así, tras volver a realizar rescates y activismo a favor de los animales, Astudillo compartió en sus redes sociales la historia de un perrito que no caminaba, aparentemente atropellado, y que había sido rescatado por una modelo canadiense. La mujer lo cuidó y obtuvo una silla de ruedas especial para que el can vuelva a caminar. El perro luego fue adoptado por otra familia que mostró en fotografías el progreso del peludo hasta convertirse en un gran líder de manada.
Leo llegó de la ciudad de Guayaquil. Sufrió un accidente y perdió sus patas traseras.
Foto: Santiago Sarango/Narices Frías
La historia cautivó mucho a Alberto y la contaba con sus amigos. Sin embargo, él jamás imaginó que el caso de la modelo canadiense se repetiría en su vida. Así conoció a Leo, un perrito proveniente de Guayaquil . El animal era la mascota de una persona dedicada a la recolección de basura. En una de esas jornadas, el perro fue atropellado por un auto. Su dueño, al no tener posibilidades económicas para tratarlo, mantuvo al can en el coche que cargaba los materiales que encontraba en las calles. Por suerte, un activista conoció el caso y sorteando varios imprevistos lo trajeron a Quito. En la capital se constató que Leo tenía partida la columna. No volvería a caminar.
A Leo le encanta dar paseos en el parque junto a la manada. Foto: Santiago Sarango/Narices Frías
Alberto conoció a profundidad el caso y lo compartió con su familia. Su esposa se interesó por la historia y pidió que Leo sea un miembro más de la familia. La decisión no era fácil, pues con la adopción de Leo venía una responsabilidad especial, acorde con la salud y cuidados que necesitaba el can por su condición. “El primer mes fue terrible. El perrito no controlaba su orina y tenía la casa marcada de aquí para allá. Convulsionaba y se lesionaba constantemente. Tuvieron que amputarle las patas traseras, además de ser operado de un tumor”, cuenta el locutor radial.
Tras adaptarse a las necesidades del perro guayaquileño, hace tres años ya, en los primeros meses de este 2016 llegó la última mascota del periodista. Sin nombre aún, la llaman Abuela por su edad -tiene algo más de ocho años-. La perrita fue encontrada en una carretera cerca de la residencia de Astudillo. La encontró muy débil y con un problema de retención de líquidos. Tuvo que ser operada de emergencia para salvar su vida. Luego de pasar varios días en recuperación, el periodista la puso en adopción pero la única interesada fue su hija Mica. “La Abuela es energía pura. Corre, salta, ladra y molesta sin parar. Creo que por venir de la calle parece mantener esa fuerza e ímpetu en cada cosa que hace”, agrega el comunicador.
Abuela: Abuela es la mascota más longeva y la más cariñosa de la manada. Foto: Santiago Sarango/Narices Frías
Para el presentador, sus mascotas lograron matizar el reflejo de su hogar de una forma ideal. “No concibo pensar en la idea de no tenerlos. De cierta manera, ellos ocupan un lugar en mi vida, pues llegaron en un momento preciso, como queriendo ocupar vacíos que dejaron otras personas”, agrega.
Tras concluir sus actividades laborales, Alberto sale todas las noches a pasear con sus mascotas. “A veces pienso en el mensaje que cada uno de los perros te da, como el caso de Leo. Uno se pregunta cuánto le debe doler estar en su condición y sin embargo cada día se esfuerza por seguir. Y ahí está el secreto, en seguir a su lado, porque son parte de tu vida, los necesitas y te necesitan”, finaliza.