Akira, de aproximadamente 10 años, está en un tratamiento de acupuntura veterinaria. Foto: Vicente Costales / Narices Frías
No hay que dejarse engañar por su apariencia. Akira es una pitbull grande y musculosa, imponente a simple vista. Sus orejas están cortadas y puede poner en alerta a cualquier persona que no la conoce. Detrás de esa imagen está una perra dulce y sociable. Es tranquila y buena con las personas, nada más lejos de los estereotipos que rodean a esta raza.
Akira tenía una familia que la cuidaba. Pero un día ya no se pudieron hacer cargo de ella y la entregaron en adopción a un hombre. Aparentemente todo estaba bien, pero cuando la fueron a visitar “se dieron cuenta que la tenían de reproductora y para peleas”, comentó Carlos Realpe, coordinador de Bienestar Animal de Protección Animal Ecuador (PAE).
Se hizo una denuncia y Akira fue rescatada. Desde ese día permaneció bajo custodia de la fundación. El animal solo tenía problemas de agresividad hacia otros perros, “por las peleas en las que fue obligada a participar”, explica Realpe. Ella fue rehabilitada y su actitud hacia otros animales mejoró significativamente. “Lo único que no le pudimos curar fue el odio a los gatos”, cuenta entre risas Gabriel Zambrano, encargado de comunicación de la organización.
La pitbull, de aproximadamente 10 años, vive en la Clínica de PAE, en Quito. A su avanzada edad debe permanecer bajo cuidado veterinario constantemente. Un dolor agudo en su columna le aqueja desde hace algún tiempo. “Tiene días buenos y tiene días malos”, cuenta Realpe.
El equipo de la fundación le da sus medicinas todos los días. Con paciencia, introducen su mano hasta el fondo de su boca para asegurarse de que se las trague. “Eso mamita, muy bien”, le dice una de las doctoras. La perra no protesta, se toma las pastillas sin hacer daño a sus cuidadores. Ella sabe que le hacen bien.
Además del problema en la columna, tiene hipotiroidismo y problemas en la piel. No puede estar en el sol por mucho tiempo. Hay días que prefiere quedarse en su colchón todo el día para recuperar fuerzas. Para aliviar su dolor, los médicos de PAE decidieron someterla a un tratamiento alternativo de acupuntura veterinaria que tiene un costo aproximado de USD 35 por sesión.
Es uno de los animales más queridos dentro de la fundación que ahora necesitan ayuda para poder costear su tratamiento. “Queremos que tenga una vejez digna”, concluye Zambrano. Akira no está en adopción pero quienes deseen conocerla pueden acudir a la Clínica de PAE en la Antonio de Ulloa y Rumipamba. Además se pueden hacer donaciones para las sesiones de acupuntura. Si estás interesado en ayudarla puedes comunicarte con la fundación a través de su página de Facebook.
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