De pie, desde la izquierda: Snaider Palma, Jorge León, Jorge Bailón, Jesús Zambrano y el entrenador José Palma. Abajo: César Barre, Hugo Cevallos, Carlos la ‘Roca’ Saltos, Mauricio Mera y Joffre Delgado. Se entrenaron ayer en el estadio de arena, de Manta. Foto: Ariel Ochoa/API
El goleador de la selección mundialista de fútbol playa, Stalin Moreira, vende pescado en Playita Mía. Picudos, albacoras y dorados son algunas de las especies que oferta en la ribera de la playa de Tarqui, una de las parroquias manabitas devastadas por el terremoto del año pasado.
La venta de pescado es su principal sustento diario. En la Selección de playa, los jugadores no reciben sueldos. Solo obtienen viáticos para las competencias internacionales como el de las eliminatorias que culminaron el domingo pasado, en Asunción, Paraguay.
Ahí, Moreira y sus 11 compañeros tricolores alcanzaron un logro histórico: clasificaron a Ecuador por primera vez a un Mundial de fútbol playa. El certamen será en Nassau (Bahamas), entre el 27 de abril y el 7 de mayo de este año.
A Moreira le dicen ‘La Tuza’. La mayoría de moradores de Playita Mía lo conocen bien. Por eso, cuando Ecuador se clasificó, hubo fiesta en su localidad. Su esposa, Mariana Tomalá, le llamó a través de celular para contarle sobre la alegría que se vivía en su región. El delantero podía escuchar de fondo música y gritos por la clasificación.
Cuenta el goleador que no pudo contenerse luego de que la Tri derrotó a Argentina, en la tanda de penales. Se acordó de su esposa y de sus dos hijos, de los momentos en que su casa se vino abajo por el terremoto que sacudió a Ecuador, el 16 de abril del 2016.
Su compañero, Carlos ‘La Roca’ Saltos, también se emocionó con el logro. Al golero titular se le fueron las lágrimas luego de que Jorge ‘El Engreído’ Bailón anotó el penal de la clasificación. Ecuador había intentado en cuatro eliminatorias anteriores avanzar a una copa del Mundo, sin éxito. Curiosamente, en tres ocasiones, perdió la opción en el juego decisivo ante los argentinos.
Para ‘La Roca’ fue muy especial ese logro. El arquero, el único seleccionado de Portoviejo (el resto son de Manta), integra el plantel nacional desde que este participa en las eliminatorias, en el 2009. Desde ese año, la mayoría de los actuales seleccionados han competido por el país en sudamericanos, bolivarianos y eliminatorias mundialistas.
Saltos tiene 30 años y fue futbolista profesional en el Manta. También pasó por clubes de la Segunda Categoría como el Grecia y el Peñarol. A la par de sus participaciones en esos clubes se daba tiempo para entrenarse con la selección de playa, hasta que en el 2013 dejó el balompié profesional.
“Lloré hasta más no poder”, dice el portovejense al recordar los momentos de celebración en la capital paraguaya. Al jugador también se le derrumbó su casa, en la calle Quito –en la capital manabita– luego del desastre natural. Recuerda que los primeros cinco días, tras el terremoto, pernoctó en una carpa en la calle, hasta que posteriormente fue a la casa de un familiar, donde ahora reside con su esposa e hijos.
Para obtener recursos, Saltos vende quesos los fines de semana. Su pareja, Angélica Vera, le apoya con recursos para mantener el hogar. En ocasiones, le contratan clubes de fútbol sala para torneos relámpagos, al igual que a Moreira. Los equipos les pagan entre USD 50 y USD 80 por partido. Ese dinero y el que obtienen de sus negocios informales les ayudan para subsistir.
El entrenador José Palma, de 48 años, tampoco recibe un salario por su trabajo en la Tricolor. Él es docente universitario. Espera que con la clasificación en el país se organicen más torneos para descubrir talentos. En el país, son esporádicos los torneos de esta disciplina. Por ello, los jugadores solo compiten a escala amateur.
Hugo Cevallos, el capitán de la selección, aspira a que el deporte se masifique. También quiere que Ecuador juegue amistosos con otras selecciones antes de la cita mundialista, donde volverá a flamear la bandera del país.