Samantha Arevalo durante la maratón acuática en Copacabana, Río de Janeiro. Foto: Patrick Kraemer/EFE
Samantha Arévalo está convencida que, hace cuatro años, tomó una decisión acertada. Entre abrazos y llanto se alejó de sus padres, hermanos y amigos para entrenarse en Cuenca. Como recompensa a ese sacrificio, la nadadora macabea termina el 2016 como el mejor año de su carrera deportiva.
Ella llegó a la capital azuaya en noviembre del 2012, después de participar en sus primeros Juegos Olímpicos en Londres, donde se ubicó 29 en la prueba de 800 metros libres. Su preparación cambió de manera radical porque tenía que entrenar a otro ritmo, en un clima distinto al de Macas.
Desde entonces, los hermanos Santiago y Esteban Enderica se convirtieron en sus compañeros de prácticas. Algo nuevo para ella. Sin embargo, en poco tiempo se acopló al frío, a la piscina olímpica de El Batán y a los planes de entrenamientos del técnico Juan Fernando Enderica.
El estratega destacó el ascenso en la curva de rendimiento de su dirigida, en los últimos cuatro años. Puso ejemplos: en 1 500 y 800 metros libre bajó 37 y 15 segundos, en ese orden. En 400 metros libre mejoró cuatro segundos. Por primera vez, en el 2014 y 2015, “estuvo en el top ten del ‘ranking’ mundial de aguas abiertas”.
Samantha Arévalo el 30 de junio del 2016 en Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua
Además, recordó que en el 2013 se estrenó vigésima en aguas abiertas a escala mundial. Sus progresos se evidenciaron el 2015 en la Copa Mundo de China, donde terminó segunda. Enderica está seguro que Arévalo conseguirá todo lo que se proponga por su disciplina y perseverancia.
Hace tres años incursionó en aguas abiertas y en la actualidad, es la mejor nadadora del país en esa modalidad. “He aprendido mucho en Cuenca, incluso de los errores porque ninguna competencia es igual”. Ella califica al 2016 como un año de aprendizaje.
En marzo pasado terminó tercera en la Copa Mundo de Aguas Abiertas, en Viedma, Argentina. Igual puesto ocupó en el Preolímpico de Setúbal, Portugal, en junio. Dos meses después, se ubicó novena en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, Brasil. Son ubicaciones obtenidas en la prueba de 10 kilómetros.
La nadadora de 22 años cerró la temporada 2016 con dos medallas de oro, conseguidas en las distancias de 5 y 10 km de los Juegos Bolivarianos de Playa, desarrollados en Iquique, Chile. Este año también fue doble campeona en el Sudamericano de Aguas Abiertas, en Asunción, Paraguay.
Antes de arribar a Cuenca, Arévalo se dedicaba exclusivamente a las pruebas de piscina. Un año después incursionó en aguas abiertas por sugerencia del entrenador Enderica. La seleccionada confiesa que disfruta las competencias en el mar. No se arrepiente porque tomó una decisión correcta.
Está ilusionada y ya se prepara con miras al nuevo ciclo olímpico, que arrancará en noviembre del 2017 con los Juegos Bolivarianos en Santa Marta, Colombia. Su proyecto es seguir en las modalidades de piscina y aguas abiertas, que “son un complemento en los entrenamientos”.
A su criterio, el noveno lugar obtenido en los Juegos Olímpicos de Brasil es una muestra de 16 años de entrenamiento. Está consciente que, en algunas competencias, los resultados han sido adversos. “Estar entre las 10 mejores de las Olimpiadas es bueno, me motiva”.
Arévalo se estrenará el 2017 con la Copa Mundo de Aguas Abiertas, en Viedma, Argentina. Su objetivo primordial es el Mundial de Natación que se celebrará entre el 12 y 28 de julio en Budapest, Hungría.