Roberto Quiroz llegó a la segunda ronda en el ATP Ecuador Open, jugado en Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Habla poco y hasta a veces se ruboriza. “Dicen que el último hijo es el mimado, pero creo que mis padres me consienten un poco más porque me la paso viajando”, dijo entre sonrisas Roberto Quiroz Gómez.
Es la raqueta 1 de Ecuador. “Lo que quiere decir que tengo una enorme responsabilidad. En especial, quiero ser un ejemplo para los niños”, añade.
Nació en Guayaquil, en una casa donde se respira tenis. Pilar, su madre, es hermana de Andrés Gómez, uno de los tenistas más importantes que ha dado el país junto con Francisco Segura. “Lo vi jugar una sola ocasión, fue en 1999, cuando Ecuador se enfrentó con Argentina en Salinas. Pero en la casa hemos revisado los videos de sus grandes partidos”.
Creció mirando en videos esa ‘zurda de oro’ de Gómez. En su etapa juvenil pudo compartir con Nicolás Lapentti y concentrar toda su admiración en el español Rafael Nadal. “Me gusta su tenis, su juego y su actitud luchadora en cada partido. Pude volear con él en dos ocasiones”.
A pesar de su estampa, más bien parecida a la de un extranjero, por su cabello rubio y sus ojos verdes, “soy bien ecuatoriano. Me gustan el seco de pollo y el locro quiteño”. Son los platillos que le prepara su madre cuando llega a Ecuador.
Sonríe poco cuando está en la cancha o cuando ofrece entrevistas, “pero, al contrario, soy muy bromista con mis amigos y mi familia. Tengo la convicción de que en la cancha tengo que ser lo más profesional posible y no puedo estar sonreído”.
Tiene 25 años y su carrera tenística está en el inicio. Después de lograr el título de bachiller se fue a estudiar Economía en una universidad de California. Hace dos años se graduó y comenzó a jugar tenis de manera profesional.
“Mi madre, que siempre me ha apoyado, me pedía que alcanzara un título académico. Lo hice y ahora quiero lograr cosas importantes”.
Esas cosas importantes son mejorar su ubicación en el escalafón mundial. Hoy ocupa el puesto 282 en la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). Le gustaría jugar el clasificatorio al Grand Slam de Estados Unidos. “Es mi gran sueño, jugar el US Open”.
No se considera un especialista en arcilla. “Hasta antes de ir a la universidad, me gustaba mucho, pero jugué por cuatro años los torneos universitarios en cancha de cemento”.
En esos cuatro años jugó junto a Yannick Hanfmann, de Alemania. Llegaron a convertir a su universidad en la número uno. Fue su pareja en dobles, “por eso, cuando recibí la noticia que era mi primer rival en Quito, me sorprendió”.
El partido, que se jugó en dos días lo ganó Quiroz. “En el primer set lo respeté mucho, pero mi entrenador me dijo que la amistad seguirá sea cual fuere el resultado”. Y así es, la amistad quedó intacta tras su primer triunfo en un ATP 250.
Le da mucho valor a la amistad, también a la lealtad. No le gusta el pesimismo. “Hay muchos ecuatorianos que sienten que no podrán lograr sus metas antes de intentarlo y no es así. Mi tío y otros deportistas, como Jefferson Pérez, demostraron que los sueños se pueden cumplir, con mucho sacrificio, pero se logran”.
Martín Rodríguez y Walter Grinovero son sus entrenadores desde hace dos meses. Son profesionales argentinos radicados en Chile, con quienes realizó la pretemporada en ese país. “Es la primera vez que hice una pretemporada así, fue muy dura, en lo físico y en lo mental. El objetivo es jugar durante todas las semanas hasta noviembre”.
En su hoja de vida hay dos títulos que sobresalen. En el 2010, junto al tenista peruano Duilio Beretta, ganó los torneos de Roland Garros y el Abierto de Estados Unidos en la categoría de dobles júnior masculino.