El fútbol se maneja al antojo de los directivos. Yo lo pongo, yo lo saco, se alinean o no…”. Así se ha movido y se mantendrá por mucho años más la estructura caduca ecuatoriana.
Es inadmisible que se legisle de acuerdo a afectos e intereses de mantenerse por años en los cargos.
La crisis del fútbol ecuatoriano es el reflejo de una administración soslayada que no la admite de esa forma, sino que trata de tapar huecos sin medidas radicales ni de fondo que encuentren soluciones.
Y para mantener esa débil línea, la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) se ha concentrado en un proceso de reelección sin plantearse opciones que saquen al fútbol de la crisis.
Además ha ido bloqueando a los promotores de la Liga Profesional, con la idea que vaya perdiendo fuerza en la sociedad.
La FEF desconoce la crítica situación de los clubes. La minimiza, desacredita al gremio de futbolistas (AFE). Se refugia en que los culpables han sido las equivocadas administraciones de los directivos. Esta organización dejó crecer la crisis, no la frenó ya que no le convenía. Ayudó a tapar huecos, anticipando dinero de derechos de TV del próximo año para que los clubes salieran de apuros ante el reclamo de salarios de las plantillas.
Lo más seguro es que Luis Chiriboga sea reelecto como presidente de la FEF. Y su postulación la harán las asociaciones, que deberían replantear sus funciones.
Es necesario dar un vuelco al manejo administrativo del fútbol. El actual es caduco. Los dirigentes de clubes y asociaciones están en la obligación de desprenderse de sus intereses para impulsar modelos de gestión que sean aplicados en la sociedad. No hacerlo es alimentar uno tradicional que, a la fecha, tiene endeudado a los equipos en más de USD 50 millones.