Michela Molina es una de las ciclistas de montaña más destacadas del país. Foto tomada de la cuenta de Facebook de la deportista.
A los cinco años se probó en gimnasia, luego incursionó en patinaje, natación, escalada deportiva y tiro con arco. Una vez desarrolladas sus destrezas y con 12 años de edad, decidió practicar el ciclismo. Desde entonces la bicicleta ha sido su fiel compañera.
Michela Molina Arízaga, en la actualidad, es una de las ciclomontañistas ecuatorianas con mayor proyección internacional. Su objetivo, a largo plazo, es clasificarse a los Juegos Olímpicos del 2020 en Tokio (Japón). Para ello iniciará un proceso de preparación exigente bajo la dirección de su padre, Vicente Molina.
La ciclista de 23 años se estrenó hace una semana en la categoría élite, tras recuperarse parcialmente de una lesión de su clavícula. Lo hizo en el XX Panamericano de Ciclismo de Montaña que se cumplió en Catamarca, Argentina. Ganó una medalla de bronce en la modalidad Eliminator.
La prueba consiste en rondas de eliminación de cuatro corredores, donde avanzan las dos mejores por fase hasta llegar a la final. Allí, Molina llegó detrás de las argentinas Noelia Rodríguez y Agustina Quiroz. En su debut con rivales élite del área panamericana, sintió una mezcla de nervios y presión. Sin embargo, se esforzó para subirse al podio.
Su progenitor cuenta que Michela, en el Panamericano, sintió limitaciones porque no está recuperada completamente. Por la complejidad de la lesión se entrenó bajo observación médica. “Después de tres meses de la fractura de su clavícula, a la altura del tercio distal, fue operada y le colocaron una placa de soporte”.
Por ese motivo no compitió en la modalidad de cross country olímpico, en la que es subcampeona panamericana Sub 23. La prueba Eliminator dura de dos a tres minutos por ronda; mientras el cross country demora entre una hora con 30 minutos (1:30,00) y 1:45,00.
Su proyecto del nuevo ciclo olímpico coincide con la cercanía del fin de su carrera universitaria. En julio próximo espera obtener el título de Psicóloga Clínica en la Universidad del Azuay. A partir de esa fecha, pretende dedicarse por completo a los entrenamientos y así demostrar su verdadero potencial.
Según Galo Tamayo, destacado ciclomontañista del país, Michela tiene un excelente desempeño técnico y físico. Le falta más roce internacional en la categoría absoluta, puesto que en las otras divisiones cuenta con éxitos en el extranjero. Él está convencido que Molina “es una de las principales representantes de la nueva generación del ciclismo de montaña en Ecuador”.
La campeona latinoamericana prejuvenil y campeona panamericana juvenil de Ciclismo de Montaña (MTB) está convencida que, “con el título profesional será un alivio entrenarse más horas”. En la actualidad, su agenda diaria es ajustada para cumplir a cabalidad con sus horas de estudios y con las prácticas.
Un equipo multidisciplinario, liderado por Fabián Sanmartín (médico), está pendiente y la atiende en el Centro de Entrenamiento para el Alto Rendimiento de Cuenca. Ella aparece en la categoría D entre las seleccionadas que se benefician con las becas del Ministerio del Deporte. También agradece el respaldo de la Federación Deportiva del Azuay y de la empresa privada.
Su padre y adiestrador aún recuerda los inicios de Michela. “Empezó a entrenar a los 12 años con su hermana Cristina, quien tenía 14 años. Mostró talento y de allí nunca paró”. Un año después ya estuvo en el podio de los torneos nacionales, en la categoría infantil.
En ciclismo de montaña es campeona nacional desde el 2005. Pero no es su única fortaleza. Tiene títulos nacionales en las modalidades de pista y ruta, con un récord de cinco medallas de oro en los Juegos Nacionales Juveniles del 2011. En el 2007 obtuvo su primera medalla de plata internacional en MTB y lo logró en el Latinoamericano de Colombia.
Antes de la medalla de bronce panamericana obtenida en Argentina, Molina terminó cuarta en la Copa Lippi Canondale, que se cumplió en Chile.