Un castigo llevó al atletismo a la velocista Marizol Landázuri

Marizol Landázuri en la pista de atletismo de Los Chasquis, en el sector de  La Vicentina (centro-norte de Quito). Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Marizol Landázuri en la pista de atletismo de Los Chasquis, en el sector de La Vicentina (centro-norte de Quito). Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Marizol Landázuri en la pista de atletismo de Los Chasquis, en el sector de La Vicentina (centro-norte de Quito). Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Marizol Landázuri reconoce que fue una niña problemática. “Me gustaba pegar a los niños y salir corriendo”, dice con cierta picardía. Esa reacción veloz hizo que las autoridades de su colegio anexo José Basurto Mendoza, de Esmeraldas, le mandaran a entrenar atletismo. “Fue el castigo”.

El atletismo pasó de castigo a una pasión. “Jorge Casierra y Roberto Erazo fueron a mi casa a pedir que mis padres autorizaran que entrenase con ellos”. Se convirtieron en sus primeros entrenadores y sus permanentes guías. “Gané mis dos primeras medallas de oro en los juegos de la provincia, no lo podía creer. Al mes representé a Esmeraldas en un campeonato nacional en donde gané medallas de oro, plata y bronce”.

Rememorar esos primeros triunfos la llenan de alegría porque nunca olvida cómo empezó todo. Cuando terminó su educación colegial decidió migrar a Guayaquil para iniciar su carrera universitaria. “Me retiré por cuatro años del atletismo. Estudié enfermería porque tenía que buscar una profesión para mantenerme, en Esmeraldas no había apoyo para el deporte”.

Pero la vieja costumbre de entrenarse le motivó a ir a la pista para trotar. “El entrenador Ariel Hernández me pidió que regresara al atletismo. Lo pensé mucho, no quería hacerlo, pero los resultados de los test de 100 y 200 metros me animaron. Me dijo que si no lo hacía estaba desperdiciando el talento que veía en mí”.

Después de cuatro años de retiro y con solo ocho meses de entrenamiento corrió en Carpuela, en un campeonato nacional. El registro de 11:76 para los 100 metros fue aún más motivante para retornar.

Se entrenó con Hernández entre el 2013 y 2014 cuando tomó una decisión importante para su progreso deportivo. “Sabía que Ángela Tenorio era la mejor velocista del país gracias al trabajo con el entrenador Nelson Gutiérrez. Vine a Quito para pedirle entrenar me con él”.

Recuerda que Ariel Hernández le prestó dinero para llegar a Quito y sin ningún celo profesional le animó a seguir su carrera. “Me dijo que con mis condiciones podía llegar a unos Juegos Olímpicos”.
Esa decisión hizo que dejara su trabajo de profesora en Guayaquil y también sus estudios. Empezó entonces a vivir para el atletismo a tiempo completo en la capital.

Realizó un primer campamento deportivo en México, luego llegaron los entrenamientos intensos en Quito y también las competencias. Las correcciones y los progresos fueron paulatinos. “Soy muy explosiva para salir. Parto casi con el sonido del disparo, me siento muy fuerte en la aceleración, pero en la parte final, cuando miro que me rebasan me desespero, no sé controlar esos momentos”. Esa parte psicológica es la que aún debe corregir.
Compartir su entrenamiento con Ángela Tenorio también la ayudado en este proceso. “Ella es muy competitiva. No le gusta perder ni en los entrenamientos. Me motiva, me apoya, pero en el partidor somos rivales”.

Cuando empezó a entrenarse con Gutiérrez, su marca fue de 11 segundos y 61 centésimas. El pasado 26 de marzo, en Cuenca, corrió en 11:26 que le permitió lograr su cupo a los Juegos Olímpicos.
Un mes antes se entrenó en Estados Unidos. Esa última fase de su entrenamiento peligraba por falta de dinero, pero al ser incluida en el Plan de Alto Rendimiento los recursos aparecieron.
“Cuando regresé, sabía que en Cuenca tenía que poner la marca olímpica. Si no lo hacía, salía del Plan de Alto Rendimiento, me quedaba sin beca, y sin dinero tenía que regresar a Guayaquil. Ese día me dije, esa clasificación no la quita nadie”.
Tras ese sueño cumplido se sucedieron cuatro victorias en los Grand Prix de Perú, Argentina y Chile, además del Orlando Guaita. “A los Juegos Olímpicos quiero llegar lo más lejos posible. No quiero correr una vez y nada más. Tengo el sueño de llegar a una final olímpica”.

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