María Eugenia Once viaja 114 km, todos los días, para entrenarse en Cuenca

María Eugenia Once (izq.) se entrena desde hace 15 meses en la pista Jefferson Pérez de Cuenca, con o sin lluvia. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO

María Eugenia Once (izq.) se entrena desde hace 15 meses en la pista Jefferson Pérez de Cuenca, con o sin lluvia. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO

María Eugenia Once (izq.) se entrena desde hace 15 meses en la pista Jefferson Pérez de Cuenca, con o sin lluvia. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO

María Eugenia Once vive en la parroquia San Bartolomé del cantón Sígsig, en Azuay. Su domicilio está ubicado a 57 kilómetros de Cuenca. Cada día se traslada en bus 114 km (ida y vuelta) para entrenarse en la pista del estadio Jefferson Pérez.

La atleta de 14 años estudia en el noveno de Básica del Instituto Juan Bautista Vásquez. Allí, tiene la autorización para no asistir la última hora de clases, puesto que debe trasladarse a su hogar para almorzar. Se cambia de ropa, carga su mochila y toma el bus de las 12:30.

Después de dos horas de viaje arriba a la terminal terrestre de Cuenca. Camina unas cuadras y toma otro bus que le acerque al lugar de entrenamientos, que se inician a las 15:00. Pese a largo recorrido, la deportista llega con anticipación al estadio atlético.

Ese itinerario lo cumple de lunes a viernes. Si pierde el bus de las 12:30, ya no puede trasladarse a Cuenca, puesto que el siguiente turno es la 15:45. “Todo hago a las carreras para poder venir a entrenarme”, sostiene con cierto recelo la corredora. Con sus compañeras se desenvuelve con soltura.

Ante la prensa, se muestra introvertida, responde con pocas palabras a las preguntas. Su mejor amiga es Katherine Guanuchi, quien asegura que María Eugenia es un ejemplo. “Ella nos demuestra que nada es imposible”.

El talento de Once fue descubierto en los Juegos Intercantonales del 2015, cuyas finales se realizan cada año en Cuenca. Allí, el técnico Julio Chuqui divisó sus cualidades y la invitó a entrenarse. Conversó con su madre, María Salinas, y ella autorizó su vinculación al grupo de atletas azuayos.

Tiene un año y tres meses de preparación. El 2016 sumó una medalla de oro (200 metros con obstáculos) y otra de plata (200 m planos) en los Juegos Nacionales de Menores. En el Nacional Cadetes ganó una presea dorada, en los 1 500 metros con obstáculos. Este año triunfó en la carrera Huarmi Runner, en la categoría Rebeldes.

Según Chuqui, el esfuerzo de María Eugenia es digno de destacarse. “Ella almuerza al apuro para no perder el bus que la trae a Cuenca. Después de dos horas de entrenamiento retorna a su hogar y llega a las 19:30 en San Bartolomé. A esa hora merienda y empieza hacer sus deberes”.

Como premio a su perseverancia y a sus éxitos nacionales, Once fue nominada a Mejor Atleta Prospecto del 2016, por parte de la Federación Deportiva del Azuay. Su meta para este año es clasificarse a los Juegos Sudamericanos Escolares que se realizarán a mediados de julio en Paraguay.

El estratega está convencido que su dirigida logrará ese cupo y “allí se verá su real capacidad”. Su principal preocupación será no acelerar las etapas de crecimiento y el proceso de preparación. “Es una atleta de 14 años, no podemos aventurarnos a altísimos niveles”.
Chuqui la define como una persona callada, introvertida, pero que se transforma en “una fiera” en la pista. Él insiste en la necesidad de ser cautos con su preparación, porque los deportistas con demasiado ímpetu “se encargan de acelerar los procesos”.

La técnica de la carrera y del desplazamiento, sus movimientos de brazos, la rapidez y la táctica son los trabajos que se priorizan con la campeona nacional de la categoría menores. Por sugerencia de su estratega, ella apuesta a las pruebas con obstáculos por la fortaleza que tiene en su tren superior.

Once, quien tiene otros seis hermanos (cinco mujeres y un varón), se plantea este año estrenarse a escala internacional. Seguirá recorriendo en bus 114 kilómetros al día, que los cubre en cuatro horas  (ida y vuelta).

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