Juliana García en las pruebas realizadas en el volcán Antisana. Foto: Roberto Espinosa F. / @roberef
Ser guía de montaña es para hombres. Pocas mujeres ejercen este trabajo de gran responsabilidad guiando turistas a lugares de alto riesgo. La quiteña Juliana García se acaba de graduar de guía Uiagm convirtiéndose en la primera mujer de Latinoamérica con este título.
Fue como llegar a la cumbre después de una larguísima travesía, para la ecuatoriana de 32 años, cuando por fin se pudo llamar guía de montaña con certificación Uiagm (Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña).
Es la primera mujer latinoamericana con el título que le certifica para llevar turistas a cualquier montaña en el mundo. Recibió su diploma con una gran sonrisa: “Es el fin de un ciclo que empezó como un sueño hace muchos años”, recordó.
El examen tuvo lugar en varios sitios del país. En el Acantilado de San Juan hicieron pruebas en escalada de roca, en el Guagua Pichincha mostraron sus habilidades guiando una arista y en el glaciar del Antisana (5758 metros) donde escalaron con crampones, mostraron cómo hacer autorescate, habilidades con piolet y técnicas de cuerda. Los exámenes tuvieron evaluadores nacionales y veedores internacionales.
No fue fácil para Juliana llegar a esta cima. Desde que empezó haciendo montañismo como adolescente se ha encontrado un terreno dominado por hombres. Hace unos años asistió a la escuela de guías en Bolivia pero no aprobó el examen. Vivió el machismo desde dentro del gremio de instructores y aspirantes.
“Después de Bolivia casi tiré la toalla, pero solo duró una semana”, cuenta la andinista, quien desde 2015 es presidenta de Aseguim– la asociación de guías de montaña de Ecuador.
Es la segunda mujer en el mundo presidiendo una asociación de guías de montaña.
“Estoy orgulloso de formar parte de una asociación con una mujer representándonos en las asambleas en todo el mundo”, dice Joshua Jarrín, director técnico de la escuela de guías en Ecuador.
Este año Juliana García volvió a asistir al examen para obtener la certificación Uiagm. Esta vez aquí en Ecuador. También durante este segundo examen sufrió el machismo. “Es mi día a día. Algunos clientes me lo han dicho en la cara que no confían en una guía que es mujer. Es difícil en una sociedad que nunca ha estado acostumbrada a mujeres haciendo este tipo de trabajo”, dice Juliana.
Juliana García es también presidenta de la Asociación de Guías de Montaña de Ecuador. Foto: Roberto Espinosa F. / @roberef
También muchos compañeros se sienten orgullosos del logro de la quiteña: “Es un resultado muy importante que tengamos la primera femenina Uiagm de Latinoamérica siendo de Ecuador”, añade Jarrín.
¿Y por qué justo en Ecuador se dio la primera Uiagm femenina de la región? “La escuela de guías está manejada por gente joven, que vemos como necesidad que nuestra profesión sea más equitativa a nivel de género”, dice Jarrín.
Ser guía de montaña es una gran responsabilidad. Los turistas ponen su vida en las manos del guía. Si se cae en la montaña, el guía tiene que parar la caída. Las decisiones tomadas por el guía según condiciones climatológicas o el estado de la nieve, pueden determinar volver sano y a salvo al refugio. En algunos casos las mujeres podrían ser más precavidas tomando este tipo de decisiones.
“Es muy importante que cada vez haya más mujeres guías de montaña. Ellas aportan nuevas percepciones al trabajo en la parte de comunicación, cuidado al cliente y manejo de riesgo”, dice Francois Marsigny, responsable del departamento de alpinismo de Ensa– La escuela nacional de alpinismo y esquí en Francia.
Su objetivo es feminizar la profesión de guías en Francia y quiere llegar al 15 por ciento al año durante los próximos cinco años.
Junto con Juliana García se graduaron otros seis guías de montaña con certificación Uiagm, Estalin Suárez, Flavio Armas, Cosme León, Julio Mesías, Gaspar Navarrete y Esteban Mena, quienes fueron la primera generación con esta certificación graduado por Aseguim en Ecuador.
“Amo las montañas. Por eso quería convertirlas en mi profesión. No se trata de si es posible o no. Las montañas son para todos”, concluye la montañista quiteña.