Fue piloto de pruebas en una fábrica de autos en Alemania Federal para financiar sus estudios y graduarse como entrenador de atletismo y fútbol con mención en medicina del deporte, títulos refrendados en Gran Bretaña.
Los cuatro triunfos de Rolando Vera en la San Silvestre (1986, 87, 88 y 89) y los dos de Martha Tenorio (1987 y 1997) se sustentaron en la perfecta visualización que tuvo Juan de la carrera y sus técnicas para fortalecer en sus pupilos una extraordinaria fuerza mental.
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En el fútbol sustituyó con eficiencia a Leonel Montoya al dirigir a Liga bicampeón (74-75) y convulsionó Ambato cuando llevó a Técnico Universitario a dos subtítulos.
Nunca dijo no a quienes se le acercaban para pedirle asesoramiento. Al contrario, les obsequiaba un ejemplar de Paso a Paso, mi diario deportivo en que detallaba la planificación de entrenamientos, alimentación y descanso por días, semanas y meses.
En su última etapa peleó con la adversidad como cuando fue campeón nacional de los 800 metros o cuando con sus gritos en la avenida Paulista alentaba a los corredores Rolando Vera y Martha Tenorio. Se fue sin quejas ni sollozos; igual a su vida sustentada en optimismo, trabajo, constancia y disciplina.