Ernesto siempre dio ‘Guerra’

Ernesto Guerra se desarmó en el camerino del mítico estadio La Bombonera de Argentina la noche del 26 de febrero de 1965. El entonces médico del Deportivo Quito, Germán Cifuentes, le pidió que devolviera la cinta de capitán porque se quedaría en la banca de suplentes del equipo.

Faltaban cerca de cinco minutos para que empezara el encuentro de la Copa Libertadores ante Boca Juniors y la noticia para Guerra fue como si le dieran un golpe fuerte en la mandíbula.

La víspera del partido, el entrenador Juan Ruales lo había incluido entre los once titulares. Por eso, el cambio de decisión lo dejó sin aliento. Luego de unos segundos reaccionó y se le salió‘lo Guerra’ que siempre ha llevado dentro en el fútbol. “Repítame lo que está diciendo. ¡Repítame!”, exigió el entonces delantero zurdo de los azulgranas al galeno.

Cifuentes le confirmó la decisión y el quiteño se transformó. Empezó a quitarse apuradamente las vendas y el uniforme. Polo Carrera, quien había llegado como refuerzo para el club chulla para esa Copa, vio la escena. “Ya íbamos al túnel del estadio y le pidieron la camiseta. Fue una confusión. Se enojó muchísimo y ya no regresó más”.

A Guerra le confirmaron que había existido un error, pero él estaba enfurecido. Salió del estadio y fue al hotel de concentración del equipo una media hora antes del retorno a Ecuador. En el avión solo habían caras largas: Boca Juniors había goleado 4-0 al conjunto ecuatoriano y el capitán chulla no había estado ahí para evitar esa humillante derrota.

En el trayecto a la capital su decisión ya estaba tomada: retirarse del fútbol profesional para siempre. No quería saber más de eso.

Ese día, paradójicamente, se le abrió el camino para una etapa más exitosa. Luego de dos años de despecho, asumió el puesto de técnico del Quito y lo sacó del descenso. Y se convirtió en un hombre récord del fútbol del país: desde 1967 hasta 1994 se mantuvo 28 temporadas seguidas como DT en diversos clubes.

Hasta la fecha, es el estratega ecuatoriano con más títulos en el balompié del país en la Serie A, junto a Héctor Morales (ambos con cuatro). Guerra festejó el Campeonato de 1968 con el Deportivo Quito y los de 1976, 1982 y 1992 con el club El Nacional.

Apartado hoy del fútbol y alistándose para dejar su vida empresarial (administra junto con sus hijos una gasolinera), su éxito con el balón y la táctica saldrá del ostracismo. Este viernes, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) le entregará una medalla de honor por su trayectoria en la ceremonia de sorteo de la Copa Libertadores del 2013.

‘Boquilla’, estricto y motivador en las canchas

Fabián Paz y Miño recuerda que Guerra siempre pedía la vigilancia de un oficial del Ejército para los jugadores de El Nacional. El ‘Flaco’ fue solo uno de los centenares de jugadores dirigidos por Guerra, pero también uno de los más exitosos. Con él conquistó los títulos nacionales de 1976 y 1982, que dieron inicio a los bitricampeonatos criollos, recordados ahora por los golpeados hinchas de este plantel.

Los militares custodiaban a los jugadores criollos, sobre todo, los sábados cuando salían al cine como parte de una actividad recreativa previa a un partido. Incluso, los acompañaban al santuario de la Virgen del Quinche.

Guerra también se daba “un salto” por las habitaciones de los jugadores en las noches para descubrir si jugaban a las cartas, la víspera de un cotejo del torneo.

Guerra era serio y le disgustaba la impuntualidad y la indisciplina de sus jugadores, recuerda José Voltaire Villafuerte, un ex ‘10’ talentoso que pasó por El ‘Nacho’ y la Tricolor ecuatoriana.

Los recuerdos de ambos ex futbolistas encajan con la fama de ‘Trompudo’ que tenía el ex DT. Fue un apodo que lo acompañó durante su carrera de jugador y futbolista. Él dice que el mote nació en su época de estudiante de secundaria en el Colegio Mejía, de la capital: “Era bueno para los puños”, dice y suelta una sonora carcajada el quiteño que nació en el tradicional barrio de San Marcos.

Su obsesión por la disciplina lo llevó, incluso, a excluir a jugadores como Polo Carrera de la Selección ecuatoriana que se alistaba para las eliminatorias de 1978. El ex mediocampista adujo que tenía una lesión. O también a buscar durante toda una madrugada, de bar en bar en Quito, al fallecido Carlos ‘Bacán’ Delgado. El entonces golero se había ausentado de una concentración de la Selección con Guerra como entrenador. “En esa época, cometimos errores como jugadores, pero el ‘Bacán’ era un gran persona dentro y fuera de la cancha”, justifica Villafuerte.

Este hecho era solo uno de los detalles que le gustaba tener bajo control al técnico. También era hábil para motivar y sabía las mañas del fútbol. “Era boquilla (hablar fuerte en la cancha a compañeros y a rivales)”, refiere Polo Carrera, a quien le sorprende la designación que la Conmebol realizará al ecuatoriano.

Estas ‘mañas’ también le permitieron sacar del descenso a Deportivo Quito (el equipo del cual se confiesa hincha a muerte), Aucas, Manta y Universidad Católica. Esta obsesión la descubrieron sus padres cuando Guerra tenía 16 años. A esa edad, sus ya fallecidos progenitores Rafael Guerra y Rosa Galarza quemaron la maleta de entrenamiento de su hijo porque él llegó‘colorado’ a casa luego de un entrenamiento. Se había quedado con sus compañeros adultos tras una práctica para festejar con unas bebidas.

Sus padres perdonaron este hecho. Sobre todo su progenitor, quien empezó a recortar las fotos de Diario EL COMERCIO en las que el joven aparecía. Su heredero se había convertido en un jugador con mucho futuro. Y, por ello, don Rafael empezó a apoyarlo en su carrera y a seguirlo en sus partidos en los estadios del parque El Arbolito y en el Atahualpa.

En ese parque, Guerra tuvo sus mejores recuerdos de futbolista y una marca que solo le pertenece a él. En ese escenario, marcó el primer gol en la historia de los campeonatos ecuatorianos de fútbol. Lo hizo en la victoria 2-1 de Deportivo Quito sobre Barcelona.

Un retiro para dar más tiempo a la familia

En casa a Ernesto Guerra siempre se lo extrañaba los fines de semana. Ernesto Guerra Jr., uno de los 10 hijos del entrenador, admite que su progenitor siempre estuvo ausente de las fiestas de fines de semana.

Por eso, las reuniones familiares se trasladaban a los lunes. Ahora, es diferente. Con su esposa Luz América Mendoza (a quien conoció en la Plaza del Teatro en la juventud) y sus cerca de 50 familiares se reúnen en su propiedad en el sector de Yaruquí (tiene 1100 metros).

En el segundo piso de la vivienda tiene un ‘museo personal’. Las paredes están repletas de decenas de trofeos, fotos, condecoraciones, medallas, diplomas… Se destacan imágenes suyas con Alfredo Di Stéfano, Ferenc Puskas, Alberto Spencer… Guerra resume su colección así: “Son mi paso por el fútbol, que ha sido toda mi vida. No me arrepiento de nada. Estoy agradecido con todo lo que me ha dado la vida”.

No se arrepiente porque en su carrera tuvo más éxitos que frustraciones. Su golpe más duro solo lo sintió hace tres años cuando falleció su hijo Ernesto a los 53 años.

Este dolor ha sido superado. A sus 78 años, Guerra es lúcido. Recuerda con fluidez la casa en la que vivía en la Plaza del Teatro, la primera cooperativa de taxis que funcionaba en el sector...

También rememora los nombres de los compañeros con los que ganó los títulos de Pichincha de 1955 a 1957. Y los de los uruguayos que trajo al Quito en 1968: Héctor ‘Pototo’ de los Santos, Luis Aguerre, Óscar Barreto y Víctor Manuel Battaini. Este último lo ve con aprecio.

Guerra agradece esos elogios y, ahora, para mantenerse en forma nada y trota diariamente más de una hora. Siempre da ‘Guerra’.

Más sobre el ‘Trompudo’

Ernesto  Guerra, ahora con 78 años,  también tuvo pasos breves por la política y por la radiodifusión deportiva.

En 1994,   por  pedido de Jaime Nebot, aceptó postularse a consejero por el Partido Social Cristiano y ganó. Entre 1994 y 1998 realizó obras de instalación de agua potable y casas comunales en Quito, según documentos de entonces.

 Él dice  que, por estas obras, la gente lo apreciaba mucho. Sin embargo, buscó la reelección de consejero y perdió.

Guerra fue comentarista  deportivo en Radio Sonorama. Con este medio de comunicación, cubrió la Copa América del 2011 en la que Uruguay ganó el título ante el equipo paraguayo.  Fue un hecho que por poco lo lleva al hospital.

 En ese partido  se emocionó mucho. “Pudo darme una especie de taquicardia por el gran juego de Uruguay”, refiere.

El entrenador  no lleva una cuenta exacta de sus trofeos. En la Serie A ganó cuatro títulos. También dirigió a la Selección ecuatoriana en las eliminatorias a Argentina 1978 y la Copa América 1983 que no tuvo una sede fija.

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