Fidel Martínez domina el balón en el juego de Barcelona ante Sporting Cristal, por el repechaje de la Libertadores. Archivo/EL COMERCIO
El teléfono móvil de Fidel Martínez suena con frecuencia en el día. Recibe mensajes directos y etiquetas en Instagram, de hinchas que marcan goles con su ‘avatar’ en el juego FIFA 20.
Entre risas cuenta que son esos videos los que lo mantienen con la racha goleadora, que tenía antes de la paralización del fútbol debido a la emergencia del covid-19.El último mes tuvo que adaptarse –al igual que sus compañeros– a entrenarse en casa, en cemento. En su domicilio no cuenta con espacios abiertos, similares a una cancha, por lo que tuvo que adecuar la sala de su casa con alfombras, para sus prácticas.
Barcelona se entrena a doble jornada, la primera arranca a las 09:00 y la segunda a las 18:00, a través de la aplicación Zoom. Antes de la paralización, Martínez marcó ocho goles en la Copa Libertadores y uno en la LigaPro; para bromear, dice que su racha sigue firme en los juegos de video.
“No soy experto en el PlayStation, pero en Instagram siempre me llegan videos de los goles que hago y también de los que fallo”, contó el deportista, que dedica minutos de su día a las redes sociales.
Luego de las prácticas se concentra en su faceta como padre primerizo. Su pequeña Antonella nació en septiembre del año pasado, y el deportista todavía se adapta a las responsabilidades de criar a la niña, asistir en la cocina o la limpieza del departamento.
Estar en casa con su esposa e hija le ayuda a recuperar el tiempo que estuvieron separados, a inicios del año. Cuando el jugador se unió a la pretemporada torera, el 26 de diciembre, su familia se quedó en Atlanta, Estados Unidos, y se reunieron en febrero.
“Debo aprovechar al máximo el tiempo con ellas, desde el inicio de la pretemporada no pude verlas por un mes y medio”, contó el jugador de 30 años, que suma su segundo año con la camiseta torera.
El tiempo con su familia lo hace olvidarse de los problemas que se generaron por la pandemia, le ayuda también a adaptarse a las nuevas condiciones de entrenamiento, a través de conexiones virtuales.
“Complica no tocar el balón como en el césped. Buscamos la forma de complementar el tema de los entrenamientos con conversaciones en línea con los compañeros, a veces nos juntamos virtualmente para bromear”, dijo el deportista.
En Barcelona se siente más maduro porque le dio tranquilidad regresar al
país, tras seis meses sin jugar en el Peñarol uruguayo. La familiaridad del camerino lo ayudó para convertirse en una de las figuras.
La amistad que tiene con los demás atacantes, le facilita acoplarse a las jugadas colectivas. Reconoce que debido a las características de sus compañeros, tiene la posibilidad de llegar el área rival con facilidad. “Desde la primera práctica en enero -con 9 de Octubre, en Manta- nos sentimos bien.
Con la calidad de los compañeros es fácil la adaptación, la visión e inteligencia de (Damián) Díaz, la velocidad de Emmanuel (Martínez) y la agresividad de (Jonatan) Álvez, me facilitan el trabajo”, dijo.
A inicios del año, la directiva compró los derechos deportivos del jugador y extendió su contrato por tres temporadas. El presidente, Carlos Alfaro Moreno, dejó abierta la posibilidad de transferirlo, si algún club del exterior muestra interés.