Rosa Pucha (con gorra), llora desconsolada por la muerta de su hija Cristina. Lleva en sus brazos un oso panda de peluche. Manuel Fárez, trata de consolar a su hija Cecilia, en el velorio que se cumple en el coliseo Jefferson Pérez de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua/EL COMERCIO
La triatleta cuencana María Cristina Fárez, quien falleció el domingo 24 de mayo al ser atropellada por una camioneta en un entrenamiento, cursaba el cuarto ciclo de Psicología Clínica en la Universidad Politécnica Salesiana (UPS).
En su hogar, era la última de los cinco hijos de los esposos Manuel Fárez y Rosa Pucha.
Este lunes 25 de mayo, sus compañeros de las aulas universitarias también asistieron al velorio en el coliseo Mayor Jefferson Pérez de Cuenca, antes de la misa que será a las 15:00 en el mismo escenario y del sepelio previsto luego de las 16:00 en el Camposanto Santa Ana.
Uno de ellos, Eduardo Salamea, sin ocultar su angustia por el deceso calificó a la fallecida como “una persona intachable”.
Según Salamea, pese a las constantes competencias que tenía Cristina en el exterior, siempre se daba modos para estar al día en sus deberes y trabajos universitarios. “Fue una excelente estudiante, una persona dinámica dentro de clases”.
En los momentos libres compartía sus experiencias deportivas con sus amigos.
Cristina, de 20 años, era la última de cinco hijos del matrimonio Fárez-Pucha. Sus hermanos mayores, Alexancha (30 años), Cecilia (28), Juan Pablo (26) e Isabel (23) también practicaron el triatlón y fueron quienes le inculcaron este deporte.
Es más, Cecilia, fue una de sus entrenadores desde los 13 años de edad. Marcelo Maldonado, novio de la seleccionada nacional de triatlón, pidió que se haga justicia. El atleta de 18 años recuerda que la conoció con motivo de los Juegos Nacionales del 2014 en Riobamba. Con precisión recuerda que se hicieron novios el 20 de octubre del año pasado.
Maldonado cuenta que la regaló un oso panda de peluche a Fárez, al cumplir un mes de noviazgo. Ella, en cambio, le obsequió un mono de peluche. Ambos recuerdos los colocó en las manos de la difunta, arribados a su pecho. “Ella llevaba el peluche incluso a los viajes y ahora se lleva a eternidad”, sostuvo con tristeza.
La Federación Deportiva del Azuay declaró un día de luto para el deporte de la provincia y decidió que no se abriera ningún escenario como homenaje póstumo a la campeona sudamericana y panamericana de la categoría Sub 23. Fárez era integrante de una familia de escasos recursos económicos.