José Angulo nació en Esmeraldas el 3 de febrero de 1995 (ayer cumplió 21 años). Se inició en el Norte América, de la Segunda Categoría del Guayas, en el 2011. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
El recinto San Francisco del Bogotá está ubicado en la parroquia Santa Rita del cantón esmeraldeño San Lorenzo. Las calles están repletas de piedras y tierra por la que suelen correr niños descalzos.
Así lo hacía en su niñez José Angulo, la nueva perla del Independiente del Valle. Desde pequeño, el nuevo 9 del cuadro de Sangolquí andaba con el balón por las calles del recinto.
Ninguno de sus familiares cercanos practica fútbol, pero a Angulo -cuenta- siempre le gustó este deporte. Jugaba en las calles polvorientas del recinto, cercano a las riberas del río Bogotá. Ahí aprendió a nadar y se daba ‘chapuzones’.
Pero el gusto por el fútbol era más fuerte. Tanto que a los 16 años se marchó a Guayaquil para unirse al Norte América, un plantel de la Segunda Categoría, especialista en reclutar talentos con proyección.
Posteriormente, pasó a las formativas del Independiente hasta que debutó en Primera bajo la guía del entrenador uruguayo Pablo Repetto.
Han pasado cinco años desde que dejó su tierra (Angulo cumplió ayer 21 años) y él recuerda esos momentos con nostalgia. Dice que en estos años hizo amigos en la concentración del conjunto ‘rayado’. Algunos de ellos hoy también lo acompañan en Primera. Entre ellos Bryan Cabezas, Gabriel ‘El Loco’ Cortez, Jefferson Orejuela…
Ellos aún le dicen ‘Tin’, un apodo que le puso un técnico -del que no recuerda el nombre- cuando tenía 12 años, en San Lorenzo. Estos jugadores son la nueva generación del Independiente que hoy recibe al Guaraní, de Paraguay, a las 17:30, en su debut en la Copa Libertadores 2016.
“¡Yo no me parezco a Tin!”, dice el esmeraldeño cuando sus compañeros le gritan por su apodo en las prácticas en el Centro de Alto Rendimiento del Independiente.
Con ellos, jugaba con el PlayStation y el naipe en la residencia del conjunto negriazul. Apostaban desde 25 hasta 50 centavos de dólar y los gastaban en el bar de comidas.
Ahora, Angulo mejoró su calidad de vida. Salió de la residencia del club y vive con su hermano Édison y su novia María, en un departamento. Tiene contrato con el plantel hasta el 2020.
El atacante, que admira a Felipe Caicedo, se tinturó de amarillo parte de su cabello y lo exhibió en los encuentros del torneo pasado, donde marcó 14 goles en 13 partidos.
Ese número de anotaciones lo cotizó entre los atacantes. Narciso Mina, por ejemplo, hizo el mismo número de tantos (14) en 33 cotejos.
Juan Carlos León, uno de los entrenadores que lo dirigió en las juveniles, dice que sí tiene algo del ‘Tin’ Delgado. “Angulo es potente”, afirma el formador. Destaca su rapidez y su capacidad para ubicarse en el área para marcar goles.
Eso sí, Repetto explica que el atacante aún debe adquirir más experiencia para consolidarse en Primera. Pero destaca su voluntad y entrega.
A inicios de este año, el esmeraldeño sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior y pasó cinco meses en recuperación hasta jugar en el plantel de la Reserva. Luego, Repetto lo llevó, otra vez, a Primera.
Angulo no se inquieta. Hoy es probable que juegue de titular. Quiere marcar un tanto y ser el futuro 9 de la Selección.