A estas alturas, ya los análisis sobran. Todos saben por qué Deportivo Quito ha caído en la B y también por qué incluso podría acabar en Segunda, quebrado y con otro nombre, un membrete que será casi igual pero que nunca será lo mismo.
Es el destino de los que lo hacen todo mal en la temporada, obviamente, pero en este caso en particular va muchísimo más allá: la destrucción de la AKD es una autodestrucción largamente trabajada, un enésimo ejemplo de que el enemigo está adentro.
Esta es una oportunidad (¡sí, una más!) para reflexionar sobre el fútbol ecuatoriano y su inocultable crisis. De alguna manera el Quito constituye una síntesis de los defectos de este balompié sobrevalorado afuera por el papel de la Tricolor pero que casa adentro es un pandemónium.
Solo resta, pues, despedir con honores (y memes, of course) a Deportivo Quito y esperar que esta derrota sirva de lección para que alguien haga algo y salve al fútbol ecuatoriano del colapso total.