Imagen de Camila Espinoza tomada de la cuenta de Facebook Alvaro Dinamyca Competicion
Camila Espinoza dice que “aún no se la cree”. Con 17 años es la campeona nacional en la categoría de 0 a 1 250 cm3 en el primer año que incursionó en las competencias tuerca.
“Es una sensación hermosa porque, como se trataba del primer año, solo queríamos ganar experiencia pero todo se dio para lograr el título”, dijo la piloto. Se crió entre pistas y talleres pues su padre, Álvaro, también es piloto.
Camila aprendió a manejar autos cuando tenía 8 años y meses después ya dio una vuelta a Yahuarcocha, el insigne escenario donde se forman y consolidan los pilotos nacionales.
A finales del 2014, su padre le regaló el auto BYD para que pudiera participar en el campeonato nacional de circuitos. “Es ideal para comenzar a competir. Tiene un motor de 1 000 cm3 y tres cilindros. La velocidad máxima es de 140 kilómetros por hora“.
La fecha de su debut, como piloto de carreras, la recuerda muy bien: 12 de diciembre del 2014. Estaba nerviosa porque además se corrió en sentido antihorario, es decir, los pilotos recorren la pista de manera inversa a la original. “Nunca había practicado así en la pista. Además había tres chicanas (restrictores de velocidad) que requieren una manera de conducir más técnica”.
No ganó, llegó en tercera posición, una ubicación importante pues participaron en total 12 pilotos. Su primera victoria llegó en la tercera válida y el título lo alcanzó en la séptima, cuando también ganó.
“El título lo definíamos en la última fecha con Diego Redín y Santiago Serrano. Tuvieron un incidente y yo, que venía tercera, pude ascender de posiciones”.
Su formación como piloto es muy particular. Su padre fue su primer instructor, luego siguió un curso en la Escuela Ecuatoriana de Automovilismo con Miguel Villagómez y Juan José Rivera –miembros del equipo Abro que ganó la 6 Horas de Bogotá en 2015-.
“Fue un curso para aprender a distinguir la sensibilidad del auto y poder transmitir al mecánico el comportamiento del motor en la competencia”. Además, practica una hora al día en el simulador para mejorar la técnica y la precisión.
Sus padres, Álvaro y María José, siempre están pendientes del trabajo en talleres y pits. Con ellos también sigue un programa nutricional que lo dirige Cecil Terán, quien además les diseñó un plan de preparación física para lograr fortaleza y resistencia en los brazos. “Luego de las primeras carreras salía agotada, con dolor en los brazos. Ahora no tenemos ningún problema”.
María José, la madre de Camila, dice que tiene una gran hija. “Cariñosa y generosa con sus padres”. Es buena estudiante, fue abanderada del colegio y es presidenta del consejo estudiantil.
Su comida favorita es el sushi, le encanta la cocina, todo lo que le pidan aunque se disgusta cuando tiene que arreglar la casa.
Camila, que es hija única y cursa el sexto año de bachillerato en el colegio Cervantes, quiere defender su título. Competirá en la misma categoría pero aguarda las resoluciones que tome la Federación Ecuatoriana de Automovilismo.
“Aún no es oficial, pero nos han adelantado que se competirá con llantas de calle y no de carreras, eso será nuevo para mí. También es posible que el campeonato no se realice solo en Yahuarcocha, podríamos correr en Ambato y Riobamba“.
Dice que ya no siente miedo antes de cada carrera, “cuando ya estamos por largar, más bien se siente ansias de que ya empiece”.
Si bien sus rivales son 12 en la pista corre con otros 60 carros, de las otras categorías. “Yo voy segura en mi línea de carrera, son ellos los que deben saber dónde rebasar”.
Dice que aún le falta mejorar la conducción bajo lluvia. #Me he dado dos trompos en mangas de entrenamiento, la primera fue traumática”. Las chicanas ya las aprendió a superar, “hay que saber dónde se acelera”.
Camila es una de las dos pilotos que compiten en Yahuarcocha. La otra es Rosita Montenegro, quien ya tiene varios años en los pits.