La vivienda contenedor está ubicada a 1 000 metros sobre el nivel del mar en el cerro El Bombolí de Santo Domingo. Fotos: Juan Carlos Pérez / para EL COMERCIO
El modelo de casas construidas con contenedores ya se aprecia en lo más alto de la ciudad de Santo Domingo.
Dos de estas estructuras fueron fusionadas en un área de 200 metros cuadrados del cerro El Bombolí, ubicado a 1 000 metros de altura de esta urbe.
Se trata de una técnica constructiva nueva introducida gracias al mercado de las casas modulares prefabricadas.
Sus mentalizadores la definen como una estructura de un sistema económico accesible, ecológico y vanguardista.
La construcción tiene concreto como base de soporte.
La propietaria del inmueble y arquitecta, Pamela López, dice que este predio se constituye en uno de los primeros aportes que cuida el ecosistema y mantiene el paisaje ecológico de la zona que es considerada como una reserva natural dentro de Santo Domingo.
La construcción cuenta con las dimensiones que se ajustan a la necesidad de una familia de pocos integrantes, máxima para tres ocupantes.
Tiene 14 metros de largo y 3 de ancho y un peso de 30 toneladas que incluyen los accesorios que adornan la fachada interior y exterior.
López explica que la parte habitable está compuesta por una sala, una cocina-bar, dos cuartos y un baño anexado a la parte posterior que sobresale por la esquina del lado izquierdo. Darío Kanyat también habita en la casa contenedor y cuenta que la infraestructura fue pensada para permitir el flujo de aire exterior y así evitar un sobrecalentamiento.
Puertas corredizas con aberturas ayudan a fluir el aire.
Es por eso que tiene un sistema de puertas corredizas que cuentan con aberturas que están separadas por espacios de cinco centímetros. Las ventanas de los cuartos también tienen la misma composición.
Para el presidente del colegio de arquitectos de Santo Domingo, Alfredo Villarroel, las casas contenedores llegaron a imponer la idea de que su estructura metálica no solo puede ser aprovechable para almacenar y transportar mercadería a grandes distancias.
Sino también que son válidos para proyectar y crear espacios habitables.
El clima que tiene Santo Domingo de los Tsáchilas es una ventaja que puede resultar factible para que un corto plazo se construyan más viviendas de este tipo. El ingeniero civil Rodrigo Naranjo señala que el trópico húmedo de esta zona disminuye de cierta forma la exposición solar que no es tan amigable para estas estructuras metálicas.
Pero, además, expone una de las posibles desventajas que debe considerarse a la hora de pensar en estas construcciones. Se trata de la humedad que puede resultar poco conveniente debido al óxido que se generaría en la fachada.
Los techos son abiertos para el paso amplio de la luz.
Sin embargo, con un buen mantenimiento y acabados de pintura ideales para contrarrestar el clima exigente se puede disminuir esa posibilidad, agrega. Naranjo recomienda algunas consideraciones a la hora de adquirir un contenedor en estado puro.
En conceptos generales de estructura asegura que se exige que cuenten con aislamiento térmico y acústico.
“Hay que recordar que van a ser tratados para adaptarlos a exigencias de iluminación, ventilación, aislamiento, refuerzo, entre otros”.
En el momento la casa contenedor de El Bombolí además de estar habitada por una familia es una suerte de pieza de exhibición para fomentar las construcciones de este tipo en la provincia.
Su costo puede variar en función a los acabados y adornos que se exijan. El valor fluctúa entre los USD 40 000 y 60 000.
La arquitecta Pamela López sostiene que se debe tener en cuenta los materiales adicionales como la base de concreto que soporta la estructura. Además, la parte de hierro que sirve como balcón o hall.
Internamente se debe considerar el diseño conformado por una parte por placas de gypsum y maderos.