Durante estos días he leído sobre la controversia entre el Municipio de Quito y los distribuidores de gas por contaminación auditiva por el ruido de los pitos de los camiones que anuncian su llegada a los diferentes barrios de la ciudad durante las horas del día, no de la noche.
Esto resulta risible pues nada observa el Municipio por el ruido infernal -“música”- lloros, broncas, y botellas de licor vacías en la calle que producen las discotecas situadas en zonas supuestamente comerciales donde vivimos familias con niños, que no podemos conciliar el sueño durante las madrugadas.
En este hermoso pero sufrido país el Concejo Municipal debería ser consistente en sus ordenanzas y aplicar la ley en forma justa, penando más a los ciudadanos que incumplen sus ordenanzas de observación de contaminación de ruido cuando es a la noche.