Porque me gusta la política
“El gobernador codicioso hace la justicia desgobernada” nos dice Cervantes en su novela “El Quijote de la Mancha” En realidad que sentencia tan profunda, la política y el arte de gobernar por sobre todo se halla situada en la justicia de Estado y en el servicio. Su honor lo hace profundo, pues a este honroso cargo en calidad de Presidente deben ir los mejores ¿Pero qué quiero decir con esto? Es que acaso debe estar al frente de una nación el guapo, el ilustrado, el de múltiples diplomas, el catedrático que desde la pizarra traza su mundo con sus elucubraciones y teorías para luego borrarlas y el que ha asimilado que bueno o sino que pena. Por eso no solo se debe gobernar con la palabra. No debe ser así la responsabilidad del que predica, la libertad del que ejecuta debe ser trazada desde el ejemplo, pues esta como dicen los Proverbios es “Don de mando” Por eso la gobernabilidad de un pueblo, requiere de un solo y grande requisito. Práctica. Lo decía León Febres Cordero, la política es Praxis” para luego de haber luchado en su pueblo, experimentado, desafiado, probado con una serie de alternativas llegar a la verdad contundente del crecimiento personal por el servicio, lo cual acumula honra, para con su familia y su círculo , este es de verdad el sello más profundo de un buen líder. Lo maquiavélico, lleva a teorías pesadas -“divide y gobernarás”-, estas teorías vemos que cada vez tienen menos asideros en el compromiso verdadero de la patria, porque se gobierna para unir, no para dividir, ese es el peor estigma que tiene el marxismo, que por supuesto, no tiene otro sello que el de ser una teoría pretenciosa y atrevida donde el hombre es solo sujeto y rey de la historia. Los grandes pueblos siempre han tenido un hombre que nos hablado de moral, de ética, de bien, de honestidad, pienso en el juez Jim Garrinsón que con tanta valentía desafío al poder más tremendo de los Estados Unidos, la Mafia y la corrupción, pienso enJosé Mujica, patriota del mundo cada vez más alejado del abanderamiento de la izquierda boba y en el líder espiritual, el Papa Francisco. Cuando leía en el ‘Hombre Mediocre’ del esfuerzo del líder que se eleva por sobre las medianías pensaba en esos hombres prácticos que sudando no solo las ocho horas del día, sino a veces hasta las 24, logran llegar a la meta como triunfadores y no vencidos. El entender esto, el saber buscar el bien como lo hacemos con nuestra profesión amada, con nuestra pareja, con nuestros hijos, es nuestro desafío cuando llegamos a ser líderes y no importa si por cumplir con nuestros destinos se hace pesada la carga, porque el amor lo edifica y lo sustenta, pues a la final “la ciencia enorgullece la caridad edifica” y por eso el fardo se hace menos pesado y se tiene siempre buen humor y alegría, respeto para con todos y vida, en realidad los más grandes gobernantes han sido seres maravillosos y desprendidos.