La destrucción impostergable de los arsenales químicos es la nueva prioridad mundial, como lo demuestra la concesión del Premio Nobel de la Paz a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) pese a la popularidad mediática de Malala, la valerosa jovencita afgana luchando por los derechos de las mujeres contra el fundamentalismo talibán. El primer paso será desmantelar las armas químicas en Siria. Posteriormente, iniciar una campaña mundial por la transparencia de las “municiones de probeta” que utiliza gases tóxicos, virus y todo tipo de pandemias horribles en lugar de armamento convencional, como informa Al Jazira. Este Premio Nobel de la Paz es decisivo para promover la universalidad de la convención contra armas químicas, previniendo el apocalipsis de una guerra mundial bacteriológica.