Partamos del hecho de que, en cualquier ciudad del mundo, los redondeles son “nodos de congestión urbana”, por tanto, debemos tratar de obviar, en la medida de lo posible, los mismos. Sin embargo, en nuestra triste y atribulada ciudad, las dos últimas administraciones municipales se han empeñado en hacer absurdos que hablan por sí solos. Me voy a referir a tres de los principales mamotretos: el redondel de El Condado, el redondel del Ciclista y el intercambiador de la Granados; y pregunto: en qué mejoraron la circulación vehicular. La respuesta, en nada.
Y es que aparte del mal diseño vial, a los genios municipales se les ocurrió la idea de poner como 12 semáforos que lo que hacen es caotizar más lo que de nacimiento estuvo mal realizado; basta con ver a horas normales, no se diga en horas pico, el caos que la circulación vehicular debe padecer, con colas que llegan desde el colegio Militar en Parcayacu, en el primer caso y antes del redondel bajo de Monteolivo en los otros dos, que juegan con la poca paciencia que todavía nos queda a los quiteños. Huelga decir que nuestra Carita de Dios está pensada únicamente para la circulación de buses y parecidos, pues acá es pecado tener auto propio. La solución a esto la describo con un ejemplo claro: en el cruce de la Av. 6 de Diciembre y Granados, debemos priorizar la vía principal, en este caso la “6”, para mantenerla, la otra vía debe moverse con un paso deprimido, con esto obviamos los cruces y redondeles absurdos que tenemos; así, en más de cien intersecciones identificadas en la ciudad, con lo cual alivianaríamos en un 70% los actuales trancones vehiculares que presenta nuestra capital.
Actuemos con un poquito de cordura y sesos, más aun cuando nuestros congéneres quiteños, después de lo que hemos tenido que ver con los atracos últimos, “nos molestamos por dos razones: porque si y porque no…”