Una breve reseña de los encuentros y desencuentros con las obras emblemáticas de Eduardo Galeano, quien falleció hace poco. Un sincero homenaje a un ser humano que sintió América Latina por dentro: su cultura, su belleza e inequidades. Recuerdos de mi viaje por Uruguay.
En la década de los setenta estuve en el Cono Sur, por motivos académicos. El periplo fue una verdadera aventura. Comencé en Perú con Velasco Alvarado y su revolución castrense; luego pasé a Chile de Salvador Allende y al primer gobierno socialista que llegaba al poder por sufragio universal; más tarde a Argentina de Héctor Cámpora y la llegada de Perón, y a Uruguay de Juan María Bordaberry, el dictador, los Tupamaros de Mujica, la revista ‘Marcha’ y su laureada generación de Horacio Quiroga, Florencio Sánchez, Delmira Agustini y José Enrique Rodó. Y más tarde, la emblemática generación del 45, que tuvo en Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti y Eduardo Galeano, entre otros, sus más conspicuos representantes.
Tiempos intensos
Uruguay me acogió con inusitado afecto. Los seis meses que estudié en Montevideo fueron intensos, libres y no exentos de peligros, cuando sobreviví a la dictadura de Bordaberry, quien sacó los tanques a la calle y eliminó a una generación de
tupamaros –la mayoría constituida por estudiantes universitarios- que osaron pensar diferente y actuar contra la ‘violencia institucionalizada’. En el golpe de Estado de junio de 1973, Eduardo Galeano fue encarcelado y obligado a abandonar Uruguay.
En ese contexto -1973- leí por primera ocasión ‘Las venas abiertas de América Latina’, publicado por Editorial Siglo XXI, en 1971, que constituyó entonces el referente literario y académico de la juventud de entonces. Este libro –censurado por las dictaduras militares de Uruguay, Argentina y Chile, como todos sabemos- relata la historia, según confesión de Galeano- del saqueo de las riquezas de América Latina, publicación que más tarde tendría una contraparte o respuesta satírica: ‘El manual del perfecto idiota latinoamericano’ (1996), escrito por Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza, conocido como la antítesis de ‘Las venas abiertas de Latina’, ícono de la izquierda, que tuvo una continuación en 2007 con ‘El regreso del idiota’.
‘No me arrepiento de haber escrito ‘las venas’, pero es una etapa que, para mí, está superada’, habí dicho Galeano, quien se destacó por su independencia. Criticó al régimen castrista, pese a ser un ferviente defensor de la revolución cubana.
El fuego y su memoria
Galeano, dueño de un estilo muy personal, combinó el periodismo, el cuento, la novela, la ficción, la historia y la política. Antes de desarrollar su oficio intelectual, Eduardo Galeano –según sus biógrafos- trabajó como obrero de fábrica, pintor, mensajero, mecanógrafo y cajero de banco.
La memoria del fuego es una trilogía de la historia de América Latina escrita por Galeano, que integra en tres tomos los nacimientos, las caras y las máscaras, y el siglo del
viento. Sus textos, mezcla de relatos, datos históricos y leyendas, en ocasiones no distinguen lo real de lo mítico, por lo que se registra como historia atípica, original anclada antes que a los rigores académicos, a la tradición oral de los pueblos latinoamericanos.
Y libro de los abrazos, el libro de los libros
Es uno de los más bellos libros que atesoro. Constituye la síntesis más completa de los imaginarios de Eduardo Galeano: relatos breves, dulces, sueños, crónicas, profecías, hipótesis, celebraciones… ilustradas por el propio autor.
En el diario The Washington Post, Alan Ryan dijo al respecto: ‘Los grandes escritores caminan en la cuerda del equilibrista y arriesgan el cuello con cada palabra. En ‘Memoria de fuego’, Galeano fue un acróbata triunfante. En ‘El libro de los abrazos’ se desprende de la cuerda y levita’.
Otro comentario dice: ‘Lea una historia por día y será feliz la mitad del año. Lea una historia por día y será usted triste la otra mitad. Cada página del ’El libro de los abrazos’ es tan hermosa como el libro’, Hoos Gaheraasts.