Las estadísticas dicen que los hombres morimos antes que las mujeres. Esa es la tendencia mundial. Una de las causas es el estilo de vida, el tipo de alimentación, y en general las drogas voluntarias como el tabaco, el licor, el trabajo, el estrés y el sedentarismo. ¿O es que los hombres abusamos de la vida y luego la misma vida nos pasa factura? Algunas reflexiones.
Un día fui a una ceremonia religiosa, para elevar preces por la vida de un hombre bueno que, sin embargo, se había exagerado en la bebida, y se salvó de milagro gracias a una tecnología –un stent- que es un dispositivo que se coloca en una de las arterias. Si no hubiese sido operado de urgencia hoy estaría sepultado.
En esa ceremonia el cura omitió hablar sobre los textos bíblicos. Se refirió a un libro que había leído, cuya frase inicial le había impactado, y que preside este artículo: ‘Las personas que abusan de sus cuerpos, que tienen malos hábitos, contravienen a la naturaleza de donde provenimos, se enferman y mueren’.
*El equilibrio natural
Este pensamiento lateral –en la línea de Edward De Bono- es correcto, por lo simple y sabio. La explicación estriba en que los seres humanos somos parte de la naturaleza. Ralf Linton decía, ufanado, que ‘no somos ángeles caídos sino antropoides erguidos’.
En otros términos, estamos ubicados en el nivel más alto de la evolución natural gracias a la capacidad de pensar; es decir, producimos símbolos que equivalen a la cultura, a través de signos y significados, pero no dejamos de ser primarios, primates y respondemos, por lo tanto, a instintos.
Es evidente entonces que cuando se quiebra de algún modo este equilibrio natural, el ser humano se enferma y en ocasiones muere. Este desequilibrio se da, principalmente, por el abuso en la alimentación, los deportes extremos, las bebidas que ingerimos, la televisión, las tecnologías y –quién lo creyera- el propio trabajo. Estos ‘hábitos inocentes’ equivalen a actuar mal, a tratarse mal o vivir contracorriente. Y los resultados son lamentables.
Los médicos suelen decir que la causa próxima de algunos tipos de cáncer tiene origen en estos desequilibrios que provocan los excesos en el comer, beber y, en general, en el estilo de vida desordenado. Y, naturalmente, en los sufrimientos.
* Nuevas esclavitudes
La sociedad de consumo que vivimos es el escenario para que esta crisis se profundice. Esclavos del bienestar pasajero nos dejamos impresionar fácilmente de las comidas rápidas, de las bebidas azucaradas y gaseosas que ingresan por nuestros poros y nos aniquilan progresivamente.
¡Pobres órganos!¡Pobres estómagos que soportan todo lo que ingerimos, en aras de una supuesta libertad sin responsabilidad! ¿Cuáles son las alternativas?
* Hacer bien no cuesta mucho
Los especialistas presentan cinco puntos de referencia para hacer posible una vida más digna, más apacible y, sobre todo, más duradera: 1) la alimentación (equilibrada o balanceada, con proteínas y minerales adecuados, menos grasas, con mucha fibra, sin bebidas gaseosas, mucha fruta y menos carnes rojas); 2) la masticación (que es clave para una buena digestión); 3) la respiración (importante para estimular el flujo de oxígeno en todo el organismo); 4) el ejercicio (uno de los grandes males de hoy es el sedentarismo); y 5) disfrutar la compañía de las personas que uno ama (descubrir la importancia de la pareja, la familia y los amigos).
La salud, en suma, no depende de los fármacos, sino de la actitud de cada uno, y por extensión de la calidad de vida.