La nueva plaza comercial de Tarqui permitió la reactivación de los comerciantes que perdieron sus locales en el sismo Foto: Katherine Delgado para EL COMERCIO
La mayor zona comercial de Manta que se destruyó con el terremoto del 16 de abril del 2016 se trasladó del centro de la parroquia de Tarqui al norte de esta ciudad manabita.
De las escenas de comerciantes apostados en las veredas de la antigua bahía de Tarqui se pasó a una organización estable, que de a poco toma forma en la avenida La Cultura.
Ahí crece el nuevo corazón comercial de Manta denominado el Nuevo Tarqui, que en adelante será el espacio definitivo para los vendedores que perdieron sus locales en el sismo, según el Municipio.
Este espacio está a 2 kilómetros del antiguo Tarqui y es una zona que antes del terremoto constaba como la nueva área de expansión y plusvalía.
De hecho, en las actuales instalaciones de la flamante bahía comercial funcionó el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, que tuvo que ser derrocado por las fuertes afectaciones que le causó el terremoto.
En las 4,8 hectáreas del nuevo Tarqui laboran 1 796 mercaderes minoristas que adecuaron sus negocios en módulos e islas. Mientras que otros 150 comerciantes mayoristas lo hacen en contenedores.
Según el alcalde Jorge Zambrano, luego del terremoto se acondicionó esta zona como un área provisional para los comerciantes. Pero luego de las reuniones con el Comité Nacional de Reconstrucción se decidió que sea definitiva.
“Esto no impide que los comerciantes en algún momento quieran volver al Tarqui que se reconstruirá. Si lo hacen será con nuevas condiciones, ya que se está trabajando en una regeneración urbana que no permitirá que vuelvan a ocupar las vías y veredas”.
Los comerciantes de este nuevo centro viven una realidad distinta desde diciembre del 2016. Los minoristas señalan que sus ingresos no son los mismos porque los clientes no llegan.
Jorge Merlo, presidente de las asociaciones de comerciantes Floresmilo Mendoza Catagua, explica que cuando estaban en el centro de Tarqui registraban ventas por hasta USD 400 000 diarios. Actualmente dice que apenas alcanzan el 30% de esa cantidad.
El comerciante Willian Olmos explica que hace falta una reforma integral de organización que permita que esta zona despunte y sea conocida por consumidores de todo Manta.
Solo dos de las seis principales líneas de buses que circulan en la ciudad pasan por este nuevo lugar; por el Tarqui destruido tras el sismo pasaban todas las principales. Eso, dicen los vendedores, les ayudaba a que los clientes llegaran a sus locales. Pero el Municipio anunció ayer que se planificará una nueva ruta para que los buses pasen por esa zona.
Los minoristas sugieren también un cambio de nombre de esta plaza para posicionarse y diferenciarse del lugar donde están los mayoristas (contenedores), y al que se le dice el Nuevo Tarqui. Así opina la comerciante María Suárez.
La semana pasada ella trataba de retener a una clienta que pasaba por su local, para venderle zapatillas a precios como USD 3 el par. Una situación que afirma la vive a diario al igual que otros vendedores. No duda volver a la informalidad para tener más ingresos.
Ella reconoce que en el viejo Tarqui salía a las calles cuando en la vereda, donde tenía su puesto, vendía poco.
La subdirectora de Desarrollo Económico del Municipio, Mery Chong, explicó que la dinámica comercial después del terremoto se desconcentró de Tarqui, por lo que cree hay bajas ventas en la plaza donde están la mayoría de vendedores.
Los mercaderes después del sismo buscaron nuevos espacios en diferentes puntos de la ciudad para sus negocios.
La feria de Los Esteros, en el centro de Manta y el mercado central de la parroquia Eloy Alfaro son un ejemplo de esa expansión comercial. Ambos sitios están más cerca de los barrios y sus moradores ya no tienen que necesariamente ir a los comercios del centro.
Debido a los bajos ingresos, los comerciantes solicitaron al Cabildo una prórroga de dos años para no pagar USD 1 diario por el uso de los módulos.
El alcalde Zambrano informó que esa es una decisión que le corresponde resolver al Consejo Cantonal, porque la tasa se estableció en una ordenanza.
Zambrano agregó que en el sitio hay demandas que cubrir como el pago a guardias de seguridad y servicios básicos. Los comerciantes presentarán una propuesta más flexible para que sea analizada.