Múnich, DPA
El juicio contra el presunto criminal nazi John Demjanjuk continuó hoy en Múnich con el testimonio de uno de los últimos supervivientes del campo de exterminio de Sobibor, en la Polonia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45).
El anciano de 89 años, apátrida pero de origen ucraniano, está acusado de haber colaborado con los nazis en el asesinato de 27 900 personas en 1943, cuando era guarda voluntario en el campo de exterminio de Sobibor, donde se gaseaba a judíos de toda Europa.
Uno de los últimos supervivientes de ese campo, Thomas Blatt, de 82 años y residente en Estados Unidos, relató hoy su experiencia y aseguró no acudir a Múnich en busca venganza, sino de justicia, pues según dijo, sin los guardas, los centros de exterminio no habrían podido funcionar.
Blatt reveló importantes detalles que ayudarán a aclarar los huecos que ha dejado la historia, a falta de testigos. Así, aseguró que los guardas disparaban sin más contra los presos judíos enfermos que no podían andar o contra aquellos que podían alterar el orden o llamar a revueltas.
Sin embargo, no pudo contestar a varias preguntas por falta de memoria. “No me puedo acordar, han pasado demasiados años”, lamentó. Entre otros, aseguró no poder acordarse de si Demjanjuk era un “Trawniki” o guarda voluntario, o no.
Por otra parte, el testigo recordó que a principios de los 60 quedó con uno de los comandantes de Sobibor, Karl Fenzel, quien le aseguró arrepentirse de todo lo que hizo. Fenzel fue condenado a cadena perpetua en 1966 por el Tribunal de Hagen.
Por la tarde o en los próximos días se espera que declare ante la Audiencia de Múnich Philip Bialowitz, otro superviviente de Sobibor, de 84 años, y también residente en Estados Unidos. Como Blatt, él también perdió a toda su familia en Sobibor.
Hoy, como en las anteriores vistas del juicio que se celebra desde noviembre en Múnich, Demjanjuk escuchó a los testigos postrado en una camilla y cubierto con una manta. Hasta ahora no se ha pronunciado en ningún momento sobre los cargos, pero su defensa pide incesantemente la suspensión por tiempo indefinido del juicio.
Aunque padece una afección medular que podría degenerar en leucemia, los médicos aseguran que el acusado, en prisión preventiva desde que en mayo fue entregado a Alemania por Estados Unidos, es mental y físicamente apto para enfrentar el juicio, si bien no más de tres horas diarias.