El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa en la sede socialista de Ferraz. Foto: EFE
Pedro Sánchez dijo este lunes (28 de diciembre) que no intentará ser Jefe del Gobierno español “a cualquier precio”. Pero lo cierto es que solo La Moncloa le daría la tranquilidad que no ha logrado en los 17 meses que lleva al frente del Partido Socialista (PSOE), donde los críticos toman ya posiciones de asalto.
La formación se mantuvo como segunda fuerza de España, tras el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, en las elecciones del día 20, pero el resultado en esos comicios fue el peor en su historia. Y estos dos factores sitúan a Sanchez en una encrucijada en la que la inestabilidad en España se mezcla con una crisis en su partido.
Absteniéndose en una votación de investidura, Sánchez tendría la posibilidad de permitir un nuevo Gobierno de Rajoy que evite a España volver a las urnas ante la fragmentación parlamentaria en la que ha quedado tras los comicios y en medio del desafío secesionista que hay abierto en Cataluña.
Pero él y el PSOE cerraron este lunes la puerta a ello en un tenso comité federal en el que el partido fijó la política de pactos, la reunión más difícil a la que se ha enfrentado Sánchez en 17 meses por la revuelta interna. “El PSOE votará en contra de la investidura de Rajoy y de un nuevo Gobierno del PP”, decidieron.
La derecha presiona no obstante, tanto el PP como Ciudadanos, la cuarta fuerza, en busca de una gobernabilidad que apremia más si cabe ante el desafío independentista en Cataluña, que puede complicarse si antes del 10 de enero un nuevo Gobierno separatista da un paso más hacia la proclamación de la independencia.
El vicesecretario de Organización del partido de Rajoy, Fernando Martínez-Maillo, dejó el lunes incluso abierta la puerta a ofrecer a Sánchez entrar en un gobierno de coalición.
Y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, cambiará un “no” por una abstención a la investidura de Rajoy si el socialista hace lo mismo. “Estamos ante la necesidad de que el PSOE mueva ficha”, dijo.
La otra opción de Sánchez, que es por la que se inclina desde la noche electoral, es intentar un pacto de izquierdas con varios partidos más que lo lleve a él a la jefatura del gobierno cuando Rajoy fracase en su intento.
Para ello necesitaría a Podemos, el tercer partido de España, y eso no gusta a sus críticos en el PSOE porque el partido heredero de los indignados defiende un referéndum de autodeterminación como solución a la crisis catalana.
Sánchez y los barones socialistas lo fijaron hoy como línea roja. “No dialogaremos sobre la integridad territorial de España”, dijo el líder del PSOE.
Si Podemos no renuncia a la consulta, no será posible siquiera comenzar a hablar. “Estamos abiertos a cualquier alternativa que permita que el PP no gobierne”, dijo hoy por su parte Iglesias.
Pero también atacó duramente a Sánchez, sabedor de que si se repiten las elecciones, su partido puede convertirse en la fuerza de referencia de la izquierda. “El PSOE no tiene la más mínima intención de plantear una alternativa al Gobierno del PP”, aseguró.
Internamente, las elecciones han aflojado más la cuerda sobre la que caminaba Sánchez y los barones regionales críticos con él aguardan ya sin disimulo el momento en el que poder hacerlo caer, con la jefa del gobierno de Andalucía, Susana Díaz, a la cabeza.
La ocasión la puede brindar el congreso que el PSOE tiene que celebrar por calendario en febrero y que Sánchez ha pedido aplazar hasta que España cuente ya con un gobierno. “Somos un partido que tiene unos estatutos y el congreso se hará cuando toque”, dijo hoy Díaz.
Eso podría evitar que Sánchez aspirara de nuevo a La Moncloa si España acaba repitiendo las elecciones generales. La política de pactos postelectorales aprobada por el comité federal es solo una tregua momentánea para Sánchez.
La decisión sobre la fecha del congreso se ha dejado para una nueva reunión de este órgano en enero. Sánchez anunció inmediatamente después de las elecciones generales que aspirará a la reelección en el liderazgo del partido.
Pero el único escenario que a día de hoy podría darla por segura sería estar viviendo en La Moncloa cuando se celebre el congreso.