La mayoría levantó las manos para dar respuesta a la sórdida pregunta: ¿quién tiene algún familiar en EE.UU.? Otros flamearon banderines blancos con la frase: “Todos somos emigrantes”.
Centenares de padres, hijos y otros familiares de emigrantes participaron ayer en Gualaceo, cantón de Azuay, en la marcha contra el racismo y la xenofobia en EE.UU. ‘Exigimos respeto para nuestros emigrantes’.
De ese cantón azuayo es oriundo Julio Serrano, de 40 años, el último ecuatoriano que recibió una golpiza por parte de cuatro estadounidenses, la noche del 14 de este mes, en Peekskill (Nueva York). El azuayo se encuentra hospitalizado y permaneció cerca de dos semanas en coma; su estado es delicado.
Su madre, Martha Cabrera, de 67 años, encabezaba la marcha de ayer. También hubo familiares y amigos de Marcelo Lucero, quien fue asesinado por odio racial en EE.UU. el 2008.
Nicolay Blandín y Jacinto Jaramillo fueron amigos del ecuatoriano, en Gualaceo y en Estados Unidos. Ayer gritaban “no más humillaciones e injusticias”.
Para los dos, la sentencia de 25 años de prisión que fue impuesta el miércoles contra el culpable de la muerte de Lucero significó ‘una justicia a medias’.
Ayer, Cabrera solo pedía la visa para ir a EE.UU. a acompañar a su hijo Julio. “Si me ve a su lado, luchará por vivir”, decía. La mujer esperaba que se concretara una entrevista en la Embajada de EE.UU., el próximo martes.
Al mediodía, al culminar el recorrido, Delia Gualpa, de 48 años, y Nieves Jadán, de 70, estaban juntas, pese a no ser amigas. Ellas daban aliento a la madre de Serrano. Gualpa reclamaba por la muerte de su esposo, por exceso de trabajo, hace ocho meses en Estados Unidos.