Las puertas y paredes de un predio, y un armario de teléfonos, en Santa Prisca, están cubiertos de grafitis. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Los grafitis son un tema recurrente en la historia de las ciudades y Quito no es una excepción. Sin embargo, hay una particularidad: se han extendido a otros lugares distintos a los ‘tradicionales’ como lo son el Centro Histórico y barrios populares del norte y sur.
Dibujos, arengas, reivindicaciones, firmas, ‘tags’, nombres… De todos los colores y tamaños son más visibles en paredes, puertas, muros… de 10 sectores del centro y norte de la urbe, según reportes del Municipio. (ver infografía).
En un tramo de un kilómetro en la avenida 10 de Agosto, desde el puente de El Guambra hasta empatar con la calle Guayaquil, no hay puerta o pared de casa o negocio que esté libre.
En este trecho hay sitios totalmente cubiertos, como las gradas que están a pocos metros hacia el norte de la ‘Esquina de la Virgen’; igual ocurre con la Plaza de la República y los alrededores del auditorio.
Hacia el sur, en la av. Pichincha y Esmeraldas, el recientemente renovado entorno del Mercado Central está con estos mensajes. Esta situación se replica al sur, en la avenida, Maldonado, en el tramo del Centro Comercial El Recreo al antiguo SRI, en calle Balzar. En Quitumbe ni la fachada de la Administración Zonal se salva.
Polo Chamorro, morador de Carapungo, muestra su preocupación por esta situación: “Toda la zona está llena de grafitis, si se dieran una vuelta por ahí verían lo horrible que es eso. Y debe ponerse punto final a esto o que se regule”.
Hasta los grafiteros admiten este incremento. Diego Palacios, del grupo El Galpón, tiene su explicación: “La ciudad se llenó de trazos vandálicos como un rechazo a las leyes que prohíben el grafiti artístico, y que las sanciones se señalan tanto en el Código Orgánico Integral Penal como en una Ordenanza. Para pintar incluso una pared de propiedad del grafitero hay que pedir permiso”.
Pero César Castro, habitante de El Condado, no ve justificación alguna para tanto daño a la propiedad privada y pública. Agrega que “los que hacen esas rayas son vándalos, gente desocupada. Quisiera que las autoridades hagan campañas para el respeto de la propiedad”.
Como respuesta se ha pedido a las administraciones que incrementen los controles en sus respectivas jurisdicciones, al mismo tiempo que definan espacios para este tipo de expresiones. A la par se anuncia incrementar los controles.
Para esto, se conformó un equipo integrado por personal del Grupo Ambiental Metropolitano (80 funcionarios). Ellas tendrán la consigna de controlar, en motocicleta, el mal uso de paredes, monumentos y vías públicas. Los recorridos incluirán las noches.
En julio pasado, 25 personas fueron detenidas ‘in fraganti’ en el Distrito; la mayoría, menor de edad. La multa (USD 177) la pagarán los padres, de lo contrario deben hacer labor comunitaria. En agosto fueron detenidos tres. Solo en la Comisaría del Centro se sancionó a cuatro grafiteros; dos en la Plaza de la República; uno en la calle Guayaquil y otro en la Bolívar y García Moreno.
Todos son mayores de edad y ya recibieron la notificación para cancelar la multa, pero como aún no lo han hecho se iniciarán acciones coactivas para cobrar, señala Édgar Cepeda, comisario de la Zona Centro.
Hernán Orbea, urbanista, señala que no hay que combatir los grafitis sino las razones por las que se conforman los grupos humanos que desarrollan esos lenguajes, a través de charlas, inclusión en actividades comunitarias. Así que “abrir espacios para que pinten no funciona”.
De igual forma, el sociólogo y docente universitario Daniel Granda plantea que tras esos gráficos se esconde una frustración de participación social y política. Estos son espacios que la Municipalidad debe habilitar en cada zona del Distrito Metropolitano.
Un primer paso lo da la Secretaría Metropolitana de Inclusión Social: en 15 días, se organizarán mesas de diálogos con los jóvenes para escuchar sus puntos de vista.