La Contraloría finalmente hizo públicos los resultados de su análisis especial al diario El Telégrafo: entre enero del 2007 y enero del 2010, hubo pérdidas millonarias, tanto porque los egresos fueron mayores que los ingresos como por la entrega de ejemplares de cortesía.
El modelo de negocio hace agua por todos lados: según la Contraloría, la idea de que en el corto plazo toda la tirada se distribuyera gratis por ser “público”, afectó el flujo de ingresos y gastos. La empresa subió su tiraje de 4 000 a 40 000 ejemplares diarios en tres años, y generó costos de producción que no fueron compensados ni por la venta de publicidad ni de los ejemplares. En tres años, El Telégrafo perdió USD 13 millones. Falta saber qué pasó en los últimos 16 meses y qué cifras hay tras el emprendimiento del otro diario “público”, el PP, también con plata pública.
Mientras un medio al servicio del Gobierno se financia con dinero de los contribuyentes, en cambio se intenta cortar la posibilidad de financiamiento privado a los medios privados, con normas como las que pudieran nacer de la reforma 3 de la consulta recientemente aprobada.
Ese doble rasero también se aplica sobre los contenidos: a nadie se le ha ocurrido reclamar que un medio “público” cumpla con principios básicos como contrastar la información o rectificar. Es en esas condiciones que el Gobierno quiere un consejo para regular contenidos y establecer criterios de responsabilidad ulterior. Y ahí no hay informe de Contraloría que valga.