El puente de La Y está a un costado del intercambiador y es considerado eficiente. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Preguntarnos sobre la vigencia de los intercambiadores con rampas elevadas es tan cíclico como la mandarina: llega por temporadas. Hoy, con una tensión que aumenta a medida que los bandos ya se toman las calles, los quiteños se preguntan si construir un paso elevado en la plaza Argentina será un acierto o un nuevo error de las autoridades.
El alcalde Mauricio Rodas propone construir (¡ya está construyendo!) un complejo de obras al que bautizó Solución Vial Guayasamín. El nombre promete eso justamente, solucionar el caos que se produce cada día en la plaza Argentina, redondel que se vuelve infernal por el cruce de 35 000 autos que provienen de la av. 6 de Diciembre, Almagro, Interoceánica, Boussingault y la av. De los Shyris.
El paso elevado que unirá la Interoceánica con la Almagro es el elemento más controversial, pues los urbanistas se oponen a esas estructuras, a las que consideran caducas. El colectivo Arquitectos por la Ciudad, que reúne a 50 académicos y profesionales, califica al proyecto como un ‘atentado’ en contra de la ciudad.
Las razones las enumeran Jaime Marcelo Bravo, Aníbal Campaña, John Dunn, Fernando Flores, Diego Oleas y Enrique Vivanco, miembros del colectivo. La primera es que el paso elevado arruinará un espacio urbano como el de la plaza Argentina, que de todos modos ofrece vegetación y es agradable para el peatón.
También, se dañará un gran tramo de la Almagro, que perderá las palmeras de los parterres, tan características de esa calle, además de que los edificios de la zona se verán afectados por una estructura fuera de la escala humana.
Además, se pronostican los problemas históricos que han causado los espacios residuales de los pasos elevados, que se pusieron de moda en los años 70 y 80, cuando los arquitectos de la época estaban influenciados por el desarrollismo urbano de Estados Unidos.
Miren el de la avenida Pichincha, que destrozó el paisaje de San Blas a pesar de que el Centro apenas estaba estrenando el mote de Patrimonio Cultural. Vean El Guambra, foco de un desorden que creció bajo su sombra. Recuerden el puente de la Orellana, que estropeó un sector particular. Ni qué decir de El Labrador, cuyo juego de rampas escondió el famoso monumento.
Édgar Rodríguez, quien trabaja en uno de los negocios bajo el puente de El Guambra durante 32 años, cuenta que antes ese sector de la avenida Patria era una zona residencial, donde vivía la gente acomodada.
Antes de la obra, recuerda, el movimiento era distinto. No había delincuencia, accidentes ni bullicio. Su construcción trajo mayor tránsito vehicular, más comerciantes y también atrajo a los delincuentes.
El Colegio de Arquitectos tampoco apoya el paso elevado en la Almagro. Su presidente, Handel Guayasamín, sugiere encontrar otras alternativas, sobre todo para el transporte de las personas que cada día viajan desde los valles y entran por la plaza Argentina en auto, para que mejor hagan el viaje por otros medios, quizás un tren ligero, quizás autobuses, quizás teleféricos.
Guayasamín reconoce que hay una fuerte presión de la gente por debatir más este tema y anuncia un foro para el 28 de junio a cargo del Colegio.
La Cámara de la Construcción tiene una visión menos tajante. Silverio Durán, su presidente, confía en que el Municipio hará todos los estudios pertinentes antes de decidirse por una obra tan dura como un paso elevado en una calle tan particular como la Almagro.
Durán afirma que es necesario hacer estudios precisos para determinar si una zona pierde valor por un puente.
Las razones del Alcalde
Las voces de alerta no desaniman al alcalde Rodas ni a su secretario de Movilidad, Darío Tapia. Ambos persisten en evangelizar las bondades del proyecto global.
Rodas admite la teoría de que ensanchar vías atrae más autos y que los pasos elevados están en desuso en los mismos EE.UU.; pero señala que la plaza Argentina es una excepción porque es una entrada al hipercentro de Quito que ya está colapsada. El objetivo es ampliar esa entrada y direccionar correctamente los autos a las vías que buscan, en lugar de enredarse frente a la estatua del Libertador José San Martín.
Rodas plantea que los buses de Tumbaco y Cumbayá puedan usar la Solución, para así aliviar la intensa presión que sufre la Granados, además de socorrer a Guápulo y repartir la demanda de transporte público para la gente que actualmente usa dos buses.
La obra avanza velozmente (la fase I en la Boussingault ya está lista en un 40%). En septiembre del 2017 todo estará listo. Se verá si hubo tiempo para debatir lo suficiente.