Piñera se tomó una foto en la Plaza Baquedano, epicentro de las protestas, durante la cuarentena. Foto: AFP
A fines de los 90, Víctor Pérez visitó dos veces a Augusto Pinochet en su cautiverio en Londres. Exalcalde de Los Ángeles (600 km al sur de Santiago) designado por el dictador, el abogado aún guarda una fotografía con él. Fiel al general, jamás ha renegado de su figura, como sí lo han hecho otros.
Hace dos semanas, Pérez se convirtió en el nuevo Ministro del Interior del presidente Sebastián Piñera. Además de ser uno de los fundadores del conservador partido UDI, llevaba 30 años en el Parlamento, donde era reconocido como un duro entre los duros.
El terremoto político que provocó la aprobación del retiro del 10% de los fondos de las administradoras de fondos de pensiones (AFP) gatilló el último movimiento en La Moneda. Piñera recurre a los “viejos estandartes de la derecha” para el último tramo de su mandato, que tiene frente a sí un desolador panorama económico, el plebiscito para cambiar la Constitución del 80 y el debate para reformar a fondo el sistema previsional.
Y con solo el 12% de apoyo entre los chilenos, Piñera intentará terminar su gestión lejos de su apuesta inicial por políticos de una nueva generación y tecnócratas financieros.
Si bien es el único de la derecha que ha llegado a La Moneda por el voto en 60 años, Piñera genera recelo en los grupos tradicionales. No les gusta que se aparte de los partidos y maneje el Gobierno como a sus empresas: con autosuficiencia y privilegiando su olfato.
“Al Presidente lo veo debilitado, está cosechando su propia manera de hacer las cosas. No escucha, no dice lo que piensa, no baja las cartas. Si se deja ayudar, puede que mejoremos, pero solo ya no pudo”, cuestiona Carlos Larraín, un derechista de viejo cuño.
Pero Piñera surgió de otro madero y, al contrario de la mayoría de actores políticos de la coalición gobernante, votó no a Pinochet en el plebiscito de 1988, que terminó con 17 años de dictadura militar.
Su padre, Manuel José Piñera fue demócrata cristiano y embajador durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Su hermano José fue ministro de Trabajo de Pinochet y mentor del sistema previsional. El tercero, Pablo, trabajó en los gobiernos de la Concertación.
Miguel, el menor, es la antítesis del Presidente y su familia: es personaje de la farándula local.
Como economista, Piñera Echenique tuvo una polémica actuación a principios de los 80 cuando fue gerente del Banco de Talca. La Justicia lo declaró reo por fraude. “Desapareció” dos semanas hasta que sus abogados le evitaron la cárcel.
En esa misma década, el treintañero exestudiante de Harvard se convirtió en el amo del incipiente negocio de las tarjetas de crédito, con Bancard y Fincard. En los 90 vendió su participación en ambas firmas por más de USD 70 millones.
Su historia posterior es conocida: se convirtió en rey del mercado bursátil y amasó una fortuna que en su momento le permitió controlar marcas simbólicas de la vida nacional, como Latam, Chilevisión y Colo Colo, el equipo de fútbol más popular del país. Según Forbes, ocupa el lugar 804 de los más ricos del mundo, con un patrimonio de USD 2 800 millones.
Empresario astuto, la política se le da con menos facilidad y comete errores de principiante. Una imagen retrata sus desaciertos: en abril, a dos semanas de iniciada la cuarentena en Santiago, Piñera dio un provocador paseo por la “zona cero” del conflicto social de octubre: Plaza Baquedano.
El lugar fue campo de batalla, pero los viernes se sumaban familias por cientos de miles a marchas que eran pacíficas.
La fotografía no demoró en generar reacciones en las redes sociales. Las más suaves decían “una provocación innecesaria”. Hasta uno de los políticos de extrema derecha, José Antonio Kast, consideró “inexplicable” el hecho.
Algunos discursos tampoco lo ayudan.El Jefe de Estado cada tanto ofrece un repertorio risible que los chilenos llaman ‘Piñericosas’, en recuerdo de ‘Condoricosas’, del cómic Condorito, y hasta hay libros que recopilan sus dichos.
“En medio de esta América Latina convulsionada, Chile es un verdadero oasis”, se jactó el 8 de octubre pasado, solo 10 días antes del estallido social.
En otras ocasiones, su humor desencadena tormentas: “Cuando el político dice ‘sí’, quiere decir ‘tal vez’; cuando dice ‘tal vez’, quiere decir que ‘no’, y cuando dice ‘no’, no es político… Cuando una dama dice ‘no’, quiere decir ‘tal vez’; cuando dice ‘tal vez’, quiere decir que ‘sí’, pero cuando dice ‘sí’, no es una dama”, fue su desafortunada broma. Y por si fuera poco, congratuló al padre de un bebé rubio y de ojos claros en una visita a un hospital: “Lo felicito porque hizo una gran labor… está mejorando la raza”.
*Periodista chileno