El ITT es un campo petrolero que tiene 850 millones de barriles de crudo pesado. El Ecuador no necesita explotar ese petróleo; hay buenas razones económicas para no hacerlo. Y si a eso se suma que al extraerlo se podría dañar al parque natural del Yasuní, simplemente lo que hay que hacer es dejar ese crudo donde está, nos den o no nos den plata del extranjero.
No es despreciable el valor económico del petróleo del ITT. Si todo ese crudo estuviera ya extraído, tendría un valor similar al PIB del Ecuador. Mucha plata. Pero lo que hay que preguntarse es si el Ecuador, para desarrollarse y progresar, necesita esa plata. Concretamente hay que preguntarnos si el país necesita más plata del petróleo.
Desde varios enfoques, la respuesta es no. Primero, nuestro país viene sufriendo desde hace más de tres décadas la llamada “maldición de los recursos naturales”. Esa maldición consiste en que tenemos gobiernos que disponen de importantes cantidades de dinero sin necesidad de cobrar impuestos y que pueden dedicar muchos de esos recursos a gastos clientelares, que no aportan al desarrollo del país pero sí a la popularidad de los gobernantes de turno.
Seguro que usted alguna vez se preguntó ¿por qué un país como el nuestro, tan rico en recursos naturales, no logra desarrollarse? Pues esa pregunta está mal planteada, porque la incapacidad de progresar es el resultado de disponer de tantos recursos que nos caen “del cielo”, que crean una economía acostumbrada a vivir de las rentas petroleras y de los combustibles subsidiados y donde los habitantes tienen algunos comportamientos más cercanos al de los súbditos que al del ‘ciudadano ideal’, profundamente involucrado en los asuntos de su país.
Con más plata del petróleo, tendríamos más gobiernos populistas, que gastarían todavía más mal y que no dejarían espacio para un sector privado moderno y competitivo.
En segundo lugar, suponiendo que realmente necesitáramos más plata del petróleo, tampoco es imperativo sacarlo del Yasuní. Una explotación más eficiente de los campos actualmente en producción nos permitiría aumentar significativamente su producción. Y, aunque no es un gran consuelo, contaminaríamos campos que ya están muy contaminados.
Y en tercer lugar, si algún día, en unos 20 ó 30 años, el petróleo de los campos actuales se agota, se podría pensar en explotar el crudo del ITT, claro que con una tecnología mucho más limpia y menos contaminante de la que disponemos hoy.
En resumen, para desarrollarse, el país no necesita sacar el crudo del Yasuní. Dejar, por un par de décadas, ese petróleo donde está no es mala idea y hasta puede ser conveniente para que el Ecuador realmente progrese. Y esto es válido aunque no nos paguen por hacerlo.