Debieron esperar 30 años y soportar los largos años del exilio en Colombia. Pero, finalmente, Norma Castillo, de 68 años y Ramona Arévalo, de 67, contrajeron matrimonio. Es la primera pareja lesbiana que lo logra en Argentina y por ello organizaron una recepción para quienes creyeran que el amor, en cualquiera de sus manifestaciones, es posible y puede ser duradero. Al menos, cómo no creer si se les veía con los ojos iluminados por haber cumplido su sueño de decir sí ante un juez luego de años de haber tenido que ocultarlo y vencer el prejuicio social. “Siento la enorme alegría de profesar un amor, pero también pienso en todos aquellos que debieron morirse sin que pudieran decir ‘te amo’ en público a la persona que uno más quiere. Quiero que todos tengan conciencia de que el día de hoy, podemos expresar a cielo abierto un ‘yo te amo”, comentaba Norma. Las dos son activistas de 100% Diversidad y Derechos. Norma es, también, presidenta del Centro de Jubilados Puertas abiertas a la diversidad. “Es que cuando entras a la tercera edad, empiezas a preguntarte dónde están los jubilados homosexuales. Además, nosotras tenemos tres barreras que superar: ser mujer, ser lesbiana y ser vieja”, decía.Ernesto Larrese está en pareja desde hace 34 años con Alejandro Vanelli. Dos meses antes del golpe del 24 de marzo de 1976 decidieron que compartirían sus vidas. Y también ahí supieron lo que es vivir la intolerancia. “En algún momento tuvimos la visita de los chicos del Regimiento 1 de Palermo. Imagínate: actores y gays, teníamos todo para ser el centro del target. Fue una noche trágica, terrible. Fueron tres horas de una pesadilla. Nos maltrataron física y psicológicamente. Nos robaron toda la casa. Pero asimismo fue una experiencia que nos contribuyó a ser más fuertes”, relata Larrese.Su caso está tres años a la espera del pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia y se siente orgulloso por considerarlo natural y advierte a la Iglesia y al presidente boliviano Evo Morales. “Si Dios me hizo así, me quiere y me necesita así. Por lo tanto, sería una traición porque sería ir en contra de mi naturaleza. Queremos que el ejemplo cunda en América Latina. Uno pensaba que en los gobiernos progresistas se podría dar. Pero escuchamos a Evo decir que la ingesta de pollos y transgénicos pudiera desviar a los hombres a una homosexualidad. ¿Desviar de qué? ¿Hay una vía por la que hay que ir? Un líder tan carismático está demostrando que el lavado del cerebro funcionó en él. Es una desviación. Él también está enfermo, él tendría que curarse del germen de la discriminación”, finaliza.