Enrique Chediak es un ecuatoriano dedicado a la dirección de fotografía. Su gusto por esta profesión surgió cuando cursaba la secundaria. “Cuando era adolescente viajaba mucho por todo el Ecuador, visitaba playas, montañas y varios sectores del país. Me gustaba viajar y tomar fotos antes que salir a fiestas”, dice. Ha trabajado con reconocidos a productores, como Danny Boyle en ‘127 Horas’; Robert Rodrígues, en ‘The Faculty’; Juan Carlos Fresnadillo, en ’28 Semanas Después’; ‘Intruders’, entre otros. Este Diario conversó con Chediak, vía Skype. Aquí su testimonio:
“A mis 18 años viajé a Boston para estudiar Finanzas. Luego de un año me di cuenta que esa no era mi profesión. Dejé la Universidad y me puse a lavar platos en un restaurante, con el objetivo de ahorrar dinero para viajar a Marruecos y España.
Luego de conocer Marruecos fui, en el 2004, a Chile a estudiar Comunicación Audiovisual, pensando en que algún día podría hacer documentales. Junto con un amigo aprendí lo que es el cine y luego lo que ahora ejerzo: dirección de fotografía.
Entre uno de mis primeros trabajos que emprendí en Chile fue la fotografía de un cortometraje entre amigos llamado Panamá. Ahí me apasioné aún más por esta profesión. Allí hice un videoarte que ganó un premio del Instituto Chileno Francés. Posteriormente apliqué una beca en una Universidad en Nueva York y estudié Dirección de Fotografía en 1992. Viví en Estados Unidos hasta el 2002.
Así, desde hace 19 años mantengo un vínculo con la imagen, con la que ahora vivo día a día ya sea en la literatura, cine, pintura, y siempre con la fotografía. Tal es así, que cuando hago una película todo a mi alrededor, mis sueños y pensamientos del filme, se adentra en la película hasta que termina. A veces se acaba la película y yo sigo con las imágenes en mi cabeza.
Esta situación me pasó en la película ‘127 horas’. Es un filme que me costó mucho salir tras haberlo terminado; fue importante y creativo para mí y me quedé con las imágenes y con la sensación de aislamiento, de soledad en el desierto; estuvo tan arraigado que las imágenes latían en mi cabeza más de un mes hasta que regresé a Brasil.
Para mí,’127 horas’ se convirtió en una fascinante experiencia, además de trabajar con un director, como Danny Boyle, en medio de un desierto. Mi participación en dicho filme, como director de fotografía, me llevó a estar nominado en los Premios Bafta de Gran Betaña (premios que otorga la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión).
El mejor legado al ser dominado a los premios Bafta fue el producto que obtuve de mi trabajo y cómo los directores respondieron a las imágenes creadas por mí. Si ganas un Oscar te ayudaría profesionalmente, pero te ayuda más trabajar con un director importante en una película esencial, ese es el premio.
En este caso, Boyle se contactó conmigo tras una película que el director produjo llamada ’28 semanas después’. Cuando se presentó este filme, me enteré que a Boyle le había gustado esa fotografía en la que participé. También había mencionado que era una visión novedosa traída desde Londres por un ecuatoriano. Boyle trabajó con dos fotógrafos para ‘127 horas’: con el inglés, Dod Mantle, y un sudamericano, yo.
Una anécdota: durante las 9 semanas que duró el rodaje de la película ‘127 horas’, recuerdo que pasé colgado en un arnés, entre dos paredes, durante 13 horas sin bajar ni subir nuevamente. Cuando fuimos a hacer la localización en el desierto viajamos en helicóptero y nos dejó en un lugar para conocer los cañones donde íbamos a filmar; a las 17:00 nos iban a recoger del mismo sitio, pero el helicóptero nunca llegó.
Esa noche había luna llena, lo que nos ayudó de alguna manera con la iluminación al recorrer a pie 5 horas hasta encontrar un auto; después de dos horas llegamos al hotel. El helicóptero no llegó al hotel, porque al pararlo para poner gasolina hubo neblina y eso le impidió despegar.
El motivo de una visita previa al desierto se debe a que requiero visitar los sitios en los que se va a rodar la película. En ciertas ocasiones asisto sin compañía; me quedo todo el día analizando y estudiando el lugar, para saber si la luz afecta a los espacios. Por ejemplo, en la producción ecuatoriana ‘Rabia’ estuve varios días en la casa de esa película, mirando cómo el sol y las nubes entraban. Trataba de entender el comportamiento de la casa con la luz.
Entre otras de mis experiencias en el mundo del cine, he compartido con varios famosos de Hollywood: Jude Low, Edward Norton, Damián Alcázar, Richard Gere, Ben Affleck, entre otros.
En cuanto al cine ecuatoriano creo cada vez sale adelante con mucha gente interesada que tiene más ganas de aprender y crear y esto lo pude apreciar en películas nacionales que participé como en ‘Rabia’y ‘Crónicas’ junto con Sebastián Cordero, a quien admiro mucho como director.
Más sobre el ‘Quique’
Entre mis pasatiempos, leo libros y veo películas. A propósito, como favoritas del cine ecuatoriano: ‘Qué tan lejos’; el documental de Miguel Alvear sobre el cine pirata, ‘Más allá del mall’, ‘Ratas’, entre otros.
El género con el que se identifica este quiteño es el drama, ya que menciona que ahí el ser humano es el personaje principal y que el género que no le agrada es la comedia general, porque es muy “simple con el concepto de la imagen”. “Mi trabajo fue parte de un proceso. Todo fue poco apoco, no sabía que luego de lavar platos, viajar a Marruecos y Chile iba a terminar en esto”.
Actualmente, el ‘Quique’, como lo llaman sus familiares y amigos que le apostó a la cinematografía y ahora triunfa en Hollywood. Vive con su esposa y su hija desde el 2005. Su hija mayor reside en Nueva York; por ese motivo también frecuenta ambos países.
Su última visita a Ecuador fue en diciembre pasado y anhela que la próxima ocasión que retorne a Ecuador se pueda concretar un nuevo proyecto con su gran amigo y compatriota, Sebastián Cordero, con quien comparte su pasión por el cine.