Los tabloides los acosan, la gente no deja de hablar de ellos… ¿Padecen realmente una enfermedad o han encontrado la excusa perfecta para su comportamiento? Son los nuevos personajes de moda: los adictos al sexo.
En estos días, el mundo se volvió a ruborizar con las historias de cama de dos personalidades, que ya entraron en la lista de los sexodependientes famosos.
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, quien tiene tres esposas y tuvo su vigésimo hijo fuera del matrimonio con la hija de un amigo cercano es uno de ellos. Además, en 2006, Zuma tuvo relaciones sexuales con una mujer VIH positiva.
En el mundo deportivo, John Terry, el defensa central de la selección inglesa de fútbol, es el nuevo agregado a la lista. Recientemente, la Federación Inglesa de Fútbol le retiró la cinta de capitán de la selección por haber mantenido una relación con la novia de un ex compañero del Chelsea.
Hace cuarenta o cincuenta años se reconocían casos esporádicos de adicciones. Personajes creativos como Dostoievski y Góngora eran ludópatas (adictos al juego), personalidades históricas, como el rey Felipe IV, que era adicto al sexo.
La cultura occidental mantiene todo lo relacionado al sexo como un tema tabú, algo que se oculta e incluso se considera de mala educación tratarlo en público. Sin embargo, en la última década, los excesos de los famosos han hecho que un trastorno común pero poco conocido salga a la luz: la adicción al sexo o hipersexualidad.
Ya es oficial: actores, actrices, cantantes, deportistas y políticos se han declarado adictos al sexo. Esta se ha convertido en la adicción de moda.
Actores como David Duchovny, Lindsay Lohan, Michael Douglas, Hugh Grant, Robert Downey Jr. Charlie Sheen, Max Wright; cantantes como Britney Spears, Amy Winehouse, Sting, Whitney Houston o Puff Daddy; y astros del deporte como Tiger Woods, Pelé y Dennis Rodman son algunas de las celebridades que padecen de adicción al sexo, según varios sitios web.
Esta adicción se identificó y se clasificó a finales del siglo XIX, y en sus comienzos era protagonizada solo por hombres. No pasó mucho tiempo antes de que aparecieran casos protagonizados por mujeres.
El momento en que la afición a un objeto o una actividad se transforma en una necesidad, es decir, la persona se obsesiona con una idea y esa idea la lleva a una conducta determinada, es que se transforma en una adicción.
El adicto sexual establece la estrategia de relacionarse con personas cada vez más desconocidas, intentando su anonimato.
Francisco Prado, psicólogo, dice que la adicción al sexo es considerada como cualquier adicción: a las drogas, al alcohol, al juego, a las compras, al amor. Es una enfermedad, una obsesión, una compulsión que produce todo tipo de placeres emocionales, familiares, sociales y corporales.
El problema de adicción, cuenta Prado, es un solo problema, no importa cuál sea el objeto. Es una dependencia a una situación placentera que supuestamente arregla las cosas o permite tapar los problemas, llenar huecos de soledad, de vacío espiritual, de depresión. Las adicciones cubren problemas emocionales.
“La adicción al sexo siempre ha existido pero ahora se ha “destapado” por ser un mundo más consumista, más materialista, tecnologizado, en el que se están perdiendo ciertos valores, por ende, las adicciones se propagan mucho más rápido, aparecen más frecuentemente”, añade.
Además, dice que todas las adicciones brindan placer. Con tanto trabajo y estrés se ha perdido contacto con las fuentes de placer, con sus instintos, y a través de las adicciones el ser humano rescata eso de forma patológica.
Hace años, cuenta Prado, era diferente porque la sociedad todavía no llegaba a este nivel de represión espiritual, por así decirlo. Antes había más valores y la tecnología no estaba tan desarrollada. Todos los cambios sociales que se han producido los últimos 10 años, tienen que ver mucho con el aumento de las adicciones a todo, no solo al sexo.
“Las clínicas para su tratamiento siempre existieron, pero estaban mimetizadas con hospitales psiquiátricos. Al adicto se lo consideraba igual que al loco. Ahora ya hay centros especializados, pues la adicción no es una enfermedad mental, es una enfermedad integral, emocional, familiar y social”, agrega.