La presidenta chilena, Michelle Bachelet (c), posando con trabajadores de la mina Chuquicamata el pasado lunes 18 de mayo de 2015. Foto: EFE
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, acudirá este jueves 21 de mayo del 2015 ante el Parlamento a rendir la cuenta anual de su gestión con un mensaje centrado en la regeneración de la vida política y la conexión con las inquietudes de los ciudadanos, que paulatinamente le han ido retirando su apoyo.
Con un nuevo gabinete que tomó posesión el pasado día 11, una profunda caída en las encuestas y el grave deterioro de la confianza ciudadana en las reformas, los partidos y las instituciones, la mandataria buscará retomar la agenda política para hacer realidad su programa de gobierno en los casi tres años de mandato que aún tiene por delante.
Esta es la segunda ocasión, desde su regreso a La Moneda en marzo de 2014, en que Bachelet expone los resultados de su gestión ante el Congreso Nacional en pleno, constituido por la Cámara de Diputados y el Senado.
Se trata de una tradición republicana que se remonta al primer cuarto del siglo pasado y que representa la única oportunidad en que el jefe de Estado de un sistema marcadamente presidencialista hace balance de su gestión ante el Poder Legislativo.
Según fuentes próximas al Gobierno consultadas por Efe, en esta ocasión la mandataria no realizará grandes anuncios políticos, toda vez que su programa de reformas es bien conocido y fue puesto en marcha apenas asumió la presidencia, catorce meses atrás.
Bachelet realizará un repaso de lo que considera sus principales logros, como la reforma tributaria para financiar la enseñanza pública; la ley que suprime el lucro, el copago y la selección en el sistema escolar; el fin del sistema electoral de la dictadura, y ley que regula las unciones civiles, incluso del mismos sexo.
También hablará de los proyectos más importantes que están siendo tramitados actualmente en el Parlamento, entre los que destaca la reforma laboral, que dotará de mayor capacidad de negociación a los sindicatos y a la cual se opone el empresariado en bloque.
Asimismo abordará, la controvertida despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en los casos de violación, malformación congénita del feto o riesgo de vida para la madre, y la segunda parte de la reforma educativa, que comprende un nuevo estatuto docente y la desmunicipalización de la enseñanza.
Pero el asunto que acapara la mayor atención es el mensaje de regeneración ética de la vida pública, que se ha visto afectada por escándalos que involucran a empresas, sectores políticos del gobierno y la oposición e, incluso, al círculo familiar de la presidenta.
Esta circunstancia, junto con el deterioro propio del ejercicio del poder, ha provocado que el respaldo a Michelle Bachelet y su Gobierno hayan caído abruptamente, con un respaldo que apenas ronda el 30 por ciento.
Haciendo de la necesidad virtud, la gobernante anunció recientemente un severo plan para luchar contra la corrupción y, además, lo vinculó con la elaboración de una Constitución plenamente democrática que ponga fin a los últimos resquicios legales de la dictadura.
El descrédito que los escándalos estaban provocando en un país que hasta hace poco era considerado un modelo de probidad y transparencia llevó a la mandataria a anunciar el pasado 28 de abril un ambicioso programa para acabar con “las irregularidades, la corrupción y las faltas a la ética”.
Pero además, Bachelet sorprendió a propios y extraños asociando ese plan con el inicio de un debate que conducirá a la elaboración de una Carta Magna “plenamente democrática y ciudadana”, uno de los ejes centrales de su programa de gobierno, pero también de los que suscitan mayor controversia.
Y a los pocos días de este anuncio, en un hecho sin precedentes en la reciente historia de la democracia chilena, la presidenta le pidió la renuncia a todos sus ministros para llevar a cabo una amplia remodelación del gabinete.
En el nuevo Gobierno ya no están los ministros Rodrigo Peñailillo, Álvaro Eizalde y Alberto Arenas, quienes fueron estrechos colaboradores de Michelle Bachelet en los últimos años y ocuparon carteras claves, como Interior, Portavoz y Hacienda.
La principal incógnita en torno al nuevo Ejecutivo es si mantendrá el mismo entusiasmo que el anterior a la hora de llevar a cabo el ambicioso programa reformista que acompañó el triunfo electoral de Michelle Bachelet.