Redacción Guayaquil
guayaquil@elcomercio.com
La Junta Cívica de Guayaquil (JCG) vive su cuarto de hora de fama. El reciente y cuestionado acercamiento con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y la declaratoria de “enemigo de Guayaquil” al presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, y “persona no grata” al presidente Rafael Correa, ponen en la escena política a la institución.
Paradójicamente su estatuto de creación le prohíbe inmiscuirse en asuntos políticos, puesto que su fin es promover el civismo entre los guayaquileños.
Según Carlos Baquerizo, ex presidente de la Junta, estas acciones de la institución tienen como finalidad buscar notoriedad. “Hacen cualquier cosa por aparentar”, dice. Con él coincide Henry Raad, ex miembro fundador. En el sitio web, denominado ‘Desde mi Trinchera’, afirma que la institución “luce en plena campaña política demasiado anticipada. Sus estatutos lo prohíben, y me apena darle la razón a Rafael Correa, quien ya tiene argumentos para disolver a la
Junta Cívica como persona jurídica”.
Pese a estos cuestionamientos, el presidente de la JCG, Miguel Palacios, insiste en confrontar al Gobierno. El pasado 24 de marzo envió una carta al presidente Correa. En ella le solicita una cita para exponerle las necesidades de la ciudad y del país. Según la institución, el Estado no ha garantizado plenamente la salud, educación, alimentación y seguridad social de los ecuatorianos. Derechos establecidos en la Constitución.
Pero ¿qué tan posible es este encuentro? Desde que asumió la Presidencia de la República en el 2007, Correa ha cuestionado reiteradamente a la Junta Cívica, calificándola de ‘pelucona’ y de representar a la extrema derecha.
Incluso, para confrontarla auspició la creación de la Junta Cívica Popular en Guayaquil, que en sus inicios fue dirigida por el actual gobernador del Guayas, Roberto Cuero.
En noviembre del 2009, tras su posesión en la Presidencia de la JCG, Palacios anunció que estaba dispuesto a convertir a la institución en la defensora de Guayaquil y que para ello intervendría hasta en temas políticos.
Este año la Junta colocó vallas en defensa de la honra del ex presidente León Febres-Cordero e intentó poner otras en contra del jefe de la Legislatura, pero no se le permitió hacerlo. Una semana atrás, el Frente de Mujeres de la organización protestó por la visita del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a
Ecuador.
El gobernador Cuero cree que la JCG está creando caos y desestabilización. El miércoles pasado, durante un plantón contra la violencia, en la Plaza San Francisco, dijo que no va a permitir que “los aristócratas de siempre intenten darnos clases de moral”. Además, aseguró que es muy difícil que el Gobierno pueda llegar a puntos de acuerdo con la institución.
En su defensa, Palacios dice que ellos no realizan actividad partidista y que es el Gobierno quien, manipulando los resentimientos sociales, ha partido al Ecuador en dos: los que no tienen nada contra los que tienen mucho.
La reunión entre la JCG y dirigentes de la Conaie fue criticada por Carlos Baquerizo y Giancarlos Zunino, presidente de la Nueva Junta Cívica de Guayaquil. Este último afirmó que en su institución “nunca estaría dispuesto a conversar con sectores recalcitrantes como la Conaie”.
Pero Palacios cuenta que las conversaciones con la organización indígena continúan. Y que incluso han tenido acercamientos con grupos de campesinos, agricultores y militantes de País.
El lunes pasado, el psiquiatra Palacios entregó a este Diario el segundo perfil psicológico del Primer Mandatario, de su autoría. Lo llamó “El perfil psicológico del tirano”. Ahí describe a Correa como arrogante, intolerante, que compensa su terror insultando y con profundos rasgos homosexuales, entre otros puntos.
Zunino, cree que la Junta Cívica de Guayaquil quiere enmendar los últimos tres años. Dice que la organización tuvo una “pasividad avergonzante a los ataques del Gobierno”. Esa fue una de las razones por la que algunos de sus miembros se separaron y fundaron la Nueva Junta en el 2007.
Agrega que la JCG ahora tiene más apertura para el ingreso de nuevos miembros y hay una voz de protesta visible. Por eso no descarta que en el futuro las dos organizaciones puedan unificarse.
Pero Baquerizo no comparte la actuación del grupo. Dice que si se quiere hablar con el Presidente debe buscarlo personalmente.