“No podemos tratar a las Fuerzas Armadas con uno de los adjetivos más peligrosos del siglo XX (fascistas)”: Efrén Guerrero, catedrático universitario. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Sus líneas de investigación son las relaciones Seguridad, Democracia y los Derechos Humanos. Es subdecano de la facultad de Jurisprudencia de la Pontificia Universidad Católica de Quito.
Tiene una maestría en Gobierno y Administración Pública en el Instituto Ortega y Gassete. Hizo un doctorado en Gobierno y Administración Pública en la Universidad Complutense de Madrid.
Indica que los enfrentamientos entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas “nos está alejando de los temas importantes”.
En esta semana, la relación Gobierno-militares se volvió a tensar, más aún cuando la justicia falló a favor del Gobierno y ratificó que el presidente Rafael Correa es máximo jefe de Fuerzas Armadas. ¿Por qué se llegó a este nivel de confrontación?
Todos los asuntos que nos han llevado a esta situación, para mí, no son más que una tendencia para que haya un mecanismo de campaña permanente del Presidente y del Gobierno y asíreafirmar constantemente su modelo político en todos los espacios.
¿Incluido el militar?
Incluido el militar.
¿No es delicado cuando esos espacios son cuarteles?
Exacto. Es delicado y ahí vienen los temas.
¿No es delicado que un político se pare ante las tropas y hable de la Revolución Ciudadana, de la popularidad del Presidente?
Es complicado. FF.AA. no son un espacio normal de la experiencia ciudadana o del Estado. Por eso hay que tener muchísimo cuidado en ese aspecto, porque el compromiso democrático implica saber quién tiene cada espacio. Pero ojo, hay que tener en cuenta que el poder militar está subordinado al poder civil. Ahora ¿el proyecto político subordina al poder militar? Esta es la pregunta que debemos hacernos en este escenario de roces.
¿Puede darse aquello?
Creo que no. El poder civil tiene que ser el poder institucionalizado. Pero que el poder político controle al poder militar es un riesgo latente, es un riesgo importante.
Usted dice que el poder militar está subordinado al poder civil. Eso está en la Constitución y allí también se dice que los militares son obedientes. Es decir, la normativa es clara.
Por eso pienso que hay fallas de lado y lado. Por un lado, los militares son uno de los grupos de presión que tiene el país. Por otra parte, el Gobierno nunca ha sido particularmente militarista o cercano a los militares. Más bien en algún punto, muchos de sus cuadros iniciales venían de la sociedad civil y el tema antibélico era parte de su discurso. Y en medio de esto se produce el último hecho de la semana: la acción de protección en Guayaquil, que pienso ha tenido una resolución curiosa, porque se pide que reafirme el art. 147 numeral 16 de la Constitución.
Ratificar que Correa es máximo jefe de las FF.AA.
No había necesidad de ello. La Constitución es clara: el Presidente es la máxima autoridad.
Pero Correa recurre a instancias legales, los militares actúan igual, le responden. ¿Qué pasa?
Lo que ha pasado con los militares creo que ha sido un constante tira y afloja entre dos sectores con amplio poder de veto en el Ecuador.
¿Buscando qué?
El Presidente quiere profundizar su modelo político; de acuerdo. Pero, por otro lado, los militares son también actores con intereses. Ahora, pueden tener intereses legítimos o ilegítimos, tanto el Presidente como Fuerzas Armadas, pero en esa discusión el perjudicado real es la sociedad.
¿Qué tiene que ver el profundizar el modelo político con estos roces?
Es parte de la profundización del modelo político.
¿Pero es necesario llegar a estos conflictos?
Ojo, el conflicto es inalienable. Como es necesario y accesible a la experiencia humana, el siguiente paso es que cualquier mecanismo en el cual se discuta, se apruebe o se trate de generar un cambio en el orden establecido o en la manera de hacer las cosas, sea esta buena o mala, va a generar roces entre aquellos que están en el statu quo y aquellos que tratan de hacer el cambio.
Estos roces comenzaron desde el inicio de este Gobierno, cuando se nombraron ministros civiles de Defensa.
Eso solo demostró que el poder civil está sobre lo militar.
Ahora, ¿qué hacer con estos enfrentamientos?
Recomendaría al Gobierno no profundizar más en el conflicto. En algún punto de esto alguien tiene que ceder.
¿Quién tiene que ceder?
Después de lo que pasó (con el pronunciamiento judicial en contra del Consejo de Disciplina), el Gobierno debiera darse cuenta que tuvo una victoria legal importante que le ayuda a reafirmar su mando. Pero esa autoridad tiene que ser limitada. Las FF.AA. también tienen que ceder, porque está en juego la estabilidad institucional del Ecuador y de una de sus instituciones más importantes como son las Fuerzas Armadas. Tienen que ceder por el bien del país.
¿Hay fascistas y antipatrias en las FF.AA., como lo indica el Presidente?
Llegar a decir a alguien fascista es duro. No podemos tratar a las FF.AA. con uno de los adjetivos más peligrosos del siglo XX. Decir fascista a alguien que defiende el territorio, la seguridad interna… no me parece el adjetivo más justo.
¿Cuál es la secuela de esto?
El primer síntoma de los conflictos es que se pierden las formas democráticas y eso es terrible. Si tú pierdes las formas democráticas, las formas son a la política lo que las balas son a la guerra. Si no tienes respeto institucional no hay nada.
¿Qué puede pasar?
Debemos empezar a discutir lo más crítico: ¿dónde está el poder civil en lo militar? ¿Dónde está el límite de la injerencia de los militares en los asuntos políticos y públicos?
¿Dónde está el poder civil en lo militar?
Rígete a la Constitución y ya.
¿El Presidente es comandante en jefe de las FF.AA.?
No hay comandante en jefe constitucionalmente previsto.