Franklin Ramírez, académico de la Flacso. Foto: Pavel Calahorrano / El Comercio
Entrevista a Franklin Ramírez, académico de la Flacso.
¿Hay una preocupación especial del Gobierno por la clase media?
Desde el tercer gobierno de Correa, la clase media empieza a constituirse como interlocutor de la política gubernamental. Esta difusa categoría de las clases medias, que empiezan a emerger como parte de los resultados de la política pública, de lo que se conoce como ‘el pacto del consumo’, asociado a una serie de políticas que estimulan la demanda suponen una ampliación de las capacidades adquisitivas.
¿Qué efecto tiene el discurso de Correa hacia estos sectores?
El Gobierno sostiene que ha ayudado a que esa clase media se constituya, crezca, se endeude para comprar su casa… viajar, pero estos sectores no son del todo conscientes del lugar que ha tenido el Estado para colocarlos en donde están. Entonces, empieza a darse cuenta que no hay un automatismo entre el rendimiento de las políticas y el nivel de concienciación política de la gente. Descubre que hay una brecha ahí. Hace un trabajo tardío, que es un modo de reconocer el déficit del discurso político y sobre todo la organización política. Apenas empiezan los problemas, saltan y no parecen convencidos de los logros
del proceso.
¿Hay una clase media que sí lo identifica?
La categoría de clase media es gaseosa y hay pocos estudios fundamentados al respecto. Se empieza a constituir con los dos períodos del ‘boom’ petrolero, ligada a la expansión de las capacidades institucionales del Estado, el crecimiento de cierta burocracia. Después no sabemos mucho más. Algunos sectores se reconocerán en esta política distributiva y la intervención del Estado. Pero las reacciones públicas de estos sectores tienen que ver con la fisura del pacto de consumo.
¿Es una reducción política referirse al consumo?
Uno de los resortes de la legitimidad del Gobierno y después de la erosión relativa de esta legitimidad está
ligada a tres grandes paquetes: un pacto en torno a los derechos sociales que se fragua en Montecristi; un pacto en torno a la infraestructura que habilita la competitividad sistémica de la economía.
¿Los pactos se quiebran?
Esto empieza a desconstituirse, a paralizarse y rápidamente llega la politización del quiebre de estos tres pactos, saltan directamente en el consumo, no tanto en los derechos sociales a pesar de la crisis, y algo en la infraestructura. El primer eslabón fue el de consumo al no querer los aranceles. Efectivamente, más que un ciudadano activo y preocupado por los asuntos comunes. Y Correa les responde como consumidores, no como ciudadanos ni como actores políticos.
¿Es un Gobierno de empoderamiento popular o de una clase media profesional, académica y tecnocrática?
El énfasis en ciertos sectores ligados a los derechos sociales ha contribuido, a ritmos menos acelerados de los que cabía esperar, ha disminuido la pobreza, se reducen las brechas; hay mayor acceso a los servicios públicos. Sin embargo, no ha entrañado que estos sectores se empoderen políticamente. Desde sus inicios, el Gobierno, que se fragua con intelectuales, una pequeña burguesía, profesores, viejos militantes de izquierda, adquiere un tinte de clases medias diferenciadas de las élites empresariales, del poder económico ligado a los grandes partidos y también de los liderazgos populares que emergieron en los 90.
La burocracia es de los más criticados. Incluso se los asocia con los ricos nuevos…
La radicalización de los sectores medios frente al Gobierno está muy ligada al modo de conducción política y a la crisis del pacto del consumo. Pasamos a un nivel de polarización violenta, que no se había vivido en años pasados. Desde el 2015 se marcan discursos cuasi bélicos entre correístas y no correístas. Crece el discurso respecto de la burocracia parasitaria, los nuevos ricos, que es parte de las estratagemas de deslegitimación de un Estado al que se le empieza observar en su carácter más confiscatorio: hay impuestos pero no podemos acceder a los mismos bienes de consumo.
Otra afirmación común es que ese aparato burocrático está pagado “con mi dinero”. ¿Es o es legítimo?
Viendo más profundamente, se amplía la burocracia y se exacerba la polarización. Correa actúa con arrogancia en el procesamiento del conflicto, no reconoce las demandas. Las reduce al problema de las herencias cuando había un malestar mayor, por arbitrariedades asociadas, a su vez, con unas reformas constitucionales que aparecen como inconsultas. Nunca pudo torcer la animadversión de la opinión publica respecto de la reelección. Entonces, la ciudadanía empieza a ejercer un sentido de control en torno a sus impuestos, que lo conecta no solo como consumidor sino como ciudadano. En su fase más compleja, supone desconocer al Estado, pero en su fase mas virtuosa supone el incremento de la comprensión de la cosa pública.
Su vida.
Es doctor en Sociología Política de la Universidad de París y de la Complutense de Madrid. Es profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Punto de vista.
El Gobierno ha ayudado a la clase media a crecer económicamente, a través de un pacto de consumo. Este, al verse afectado, no halla las respuestas adecuadas para que se reconozca que el crecimiento es por sus políticas.