El primer año del alcalde de Quito, Pabel Muñoz, ha estado marcado por desafíos y controversias. Esto ha eclipsado sus esfuerzos por impulsar el desarrollo y mejorar la calidad de vida en la ciudad.
Desde el inicio, Muñoz ha enfrentado críticas y cuestionamientos, que van desde su estrecha victoria electoral (28,18%) hasta sus acciones en el cargo.
Uno de los cuestionamientos ha sido la percepción pública afectada por las disculpas públicas exigidas por el Tribunal Contencioso Electoral por proselitismo político.
La propuesta y posterior retractación de pagar su multa con monedas de 10 centavos también socavó la seriedad de su gestión.
A pesar de su promesa de combatir la corrupción, los intentos de depuración en las entidades municipales generan dudas sobre su eficacia.
Desde su campaña se comprometió a trabajar en seguridad, economía, bienestar, movilidad y convertir a la ciudad en un territorio intercultural, ecológico, deportivo y entretenido.
En estos cinco ejes ha inyectado más de 1300 millones de dólares en 12 meses. Pero aún habrá que esperar que tan efectiva ha sido esta inversión y evaluar si cubre o no las necesidades actuales.
La falta de claridad en la gestión de contratos, especialmente en el mantenimiento del Metro de Quito, ha generado incertidumbre entre los ciudadanos. No se conoce cómo se están manejando los contratos de mantenimiento preventivo-correctivo de dos subsistemas del Metro; obra civil y sistema de energía.
Todavía persisten problemas con calles deterioradas y la falta de claridad sobre reestructuración de rutas y frecuencias y el sistema único de transporte público.
En cuanto a seguridad, que no es su competencia directa, se ha invertido en equipos y la rehabilitación de unidades policiales, pero los índices de criminalidad siguen preocupando a los habitantes. El Ministerio del Interior registra 14 homicidios intencionales en enero del 2024 y en marzo pasado subieron a 19. La mayoría fue por delincuencia común.
En lo económico se destinó medio millón de dólares para crear empleo y apoyar a nuevas empresas, pero la tasa de desempleo sigue alta: 8,8%. Esto indica la necesidad de medidas más efectivas para estimular el crecimiento económico y reducir la brecha laboral.
En el área social, se ha implementado la estrategia de salud mental, prevención del suicidio. También se ha fortalecido los programas de protección de derechos y la lucha contra la violencia de género. Si bien esto tampoco es su competencia, queda por ver la efectividad y el impacto de estas medidas.
En conclusión, tras este primer año no se puede decir que Quito ha ‘renacido’ de la mano del alcalde Pabel Muñoz. Las constantes controversias pusieron a prueba su capacidad de liderazgo y su compromiso con el bienestar del distrito.
Se reconocen varias mejoras e iniciativas, pero aún queda mucho trabajo por hacer para cumplir con las expectativas de la ciudadanía. Quito debiera ser una ciudad más segura, próspera y equitativa.