En este albergue de la Escuela Río Esmeraldas permanecen 36 personas de 9 familias. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Treinta familias de la ciudad de Esmeraldas han hecho su vida por casi dos años en tres albergues. Ellas quedaron damnificadas, tras las inundaciones por la crecida de dos ríos y deslizamientos de tierra de enero del 2016.
Las familias están repartidas de esta manera: 17 (81 personas) en el albergue Isla Piedad, 3 (15 personas) en la escuela Río Esmeraldas y 10 (70 personas) en el Colegio 20 de Noviembre.
La inundación del 25 de enero del 2016 dejó 7 000 familias afectadas. La mayoría fue evacuada y regresó a sus casas, sin embargo, 30 que perdieron sus viviendas no pudieron hacerlo y fueron enviadas a los tres sitios de acogida.
El refugio más numeroso se ubica donde antes funcionó el Colegio Isla Piedad, junto a la ribera del río Esmeraldas. En los casi dos años que han estado ahí han nacido cinco niños.
Senobia Quintero vive en un aula de Isla Piedad con sus seis hijos y su esposo. Donde ahora transcurre su vida cotidiana es el tercer albergue, luego de quedar damnificada; antes estuvo en La Tolita y en la Escuela Camilo Borja.
“Aquí todo es incómodo. Las divisiones de los cuartos están hechas con sábanas y plásticos de color negro; la cocina funciona en un rincón de la misma aula y los tres baños que hay utilizamos todas las familias”, señala Quintero.
Su ‘vivienda temporal’ no es nada agradable. La estructura de la escuela está en proceso de deterioro. El techo de las aulas presenta agujeros y por allí se filtra el agua de la lluvia; y las cañerías de los sanitarios están tapadas.
El agua potable que toman no es segura, porque es almacenada en canecas y galones sin tapar, lo cual ha provocado la proliferación de zancudos, que los pican con frecuencia durante el día; en la noche utilizan los toldos. “Tememos que nuestros hijos se enfermen y que otra vez nos inundemos con las lluvias que ya mismo llegan, como ocurrió en el invierno de este año cuando el agua entró a las aulas y subió 30 cm”, recuerda Gladys Zamora, otra de las damnificadas.
Esa misma realidad se vive en el albergue de la Escuela Río Esmeraldas con las tres familias. La inseguridad hizo que las siete familias que también estaban ahí dejaran el sitio para ir a casas de familiares mientras se los reubica.
El alcalde de Esmeraldas, Lenin Lara, se comprometió a conseguir los terrenos para que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Viviendas (Miduvi) construya las casas para las 30 familias.
Según el Burgomaestre, el terremoto del 2016 afectó a otras familias del cantón que también necesitan una vivienda; por ahora tienen una hectárea de terreno para las primeras 40 viviendas, pero no hay fecha para la entrega.
Para los afectados por las inundaciones y el terremoto se necesitan terrenos para reubicar a 87 familias, según el reporte de la Unidad de Riesgos del Municipio de Esmeraldas.
La representante de los afectados del sector 50 Casas, que permanecen en el albergue Isla Piedad, Jacinta Valencia, dice que el Municipio les entregó hace cuatro meses unos planos de los terrenos donde se construirán las casas.
Los representantes del Municipio le dijeron que por la falta de servicios básicos en el sector La Chamera, sur de la ciudad, no han podido avanzar en la edificación.
Sin embargo, el director del Miduvi en Esmeraldas, Vladimir Quiñónez, indica que los planos para las 40 viviendas aún no han sido aprobados por el Miduvi. Este organismo remitió en dos ocasiones los planos para que los representantes del Municipio de Esmeraldas corrigieran las observaciones técnicas. La última vez fue hace un mes, pero no han devuelto el proyecto corregido, explica Quiñónez.
Para esas obras, el Miduvi necesita cerca de USD 400 000 pero no los tiene, según Quiñónez. Cada vivienda cuesta entre USD 10 000 y 12 000 y son parte del Plan Reconstruyo.
Marco Suquitana, director de Avalúos del Municipio de Esmeraldas, insiste en que se cuenta con una hectárea para la reubicación de las familias albergadas, pero el presidente de la Comisión de Terreno del Municipio, Rubén Perea, señala que el tema no ha sido tratado por el pleno del Concejo.
Mientras el Municipio resuelve la reubicación de los albergados, Rocío Valencia, quien perdió su casa en barrio 20 de Noviembre tras el deslizamiento de tierra por la fuerte inundación, señala que ya no quiere permanecer más en el albergue. “Se nos dice que esperemos, pero han pasado casi dos años y seguimos aquí”.
Ella y las 29 familias más cumplirán en enero del 2018 dos años de vivir en el albergue con sus tres hijos, luego de varias reubicaciones. “No sabemos hasta cuándo vayamos a estar albergados y si seremos o no reubicados”, señala Justina Nazareno, otra de las damnificadas por las lluvias de ese entonces.
En contexto
El 25 de enero del 2016, la ciudad de Esmeraldas sufrió la peor inundación de los últimos 25 años. Los ríos Esmeraldas, Teaone y Tachina se desbordaron y el agua -en algunos casos- pasó por encima de las viviendas. Las familias perdieron sus enseres.