El presidente Santos fue reelecto el domingo. Ayer alentó a su selección en Brasilia. Foto: Adrian Dennis / AFP
Tanto en Ecuador como en Colombia, el debate de una reforma política copa la agenda de la opinión pública. El elemento central de esta discusión, en ambos casos, es la figura de la reelección presidencial.
Mientras el oficialismo, en Ecuador, propone reelegir a todas las autoridades de forma indefinida, el Gobierno colombiano, en cambio, estudia su eliminación. La paradoja, en el vecino país, es que el presidente Juan Manuel Santos, impulsor de este proyecto, acaba de beneficiarse de la reelección y gobernará ese país por los próximos cuatro años.
La intención de Santos es recobrar el espíritu de la Constitución de Colombia, vigente desde 1991. En ella, la reelección presidencial, de alcaldes y gobernadores estaba prohibida. Era una figura radical, pues la anterior Constitución, vigente desde 1861, permitía la reelección presidencial aunque pasando un período.
En el 2004, el entonces presidente Álvaro Uribe impulsó una reforma a la Carta Política para garantizarse, por una sola vez, un nuevo período presidencial. Luego quiso abrir un tercer período, pero la Corte Constitucional lo frenó.
Santos quiere volver al modelo de 1991, con una diferencia: el mandato presidencial se ampliaría a 5 o 6 años.
Dos analistas colombianos, Mónica Pachón y Camilo Cruz, creen que esta propuesta permitiría transparentar, independizar y eliminar la concentración de poderes. Ellos aseguran que en el segundo mandato de Uribe hubo “problemas fuertes” en las instituciones de gobierno. El entonces Presidentes nombró al Procurador, jueces constitucionales, miembros de la Corte Suprema, Fiscal General, teniendo una mayoría en el Parlamento. Aquello -concluyen- minó la independencia de los poderes.
Por eso varias organizaciones políticas, sobre todo las de izquierda, apoyan la reforma constitucional. Para el senador Roy Barreras, cercano Santos, la ratificación en el poder “es un error que hay que corregir por los pesos y contrapesos que generan desequilibrios”.
Según Cruz, la reforma de Uribe del 2004 no profundizó el debate en la sociedad colombiana, sobre si la reelección era el mejor mecanismo para evaluar a los gobernantes. El ex Presidente decía que en Colombia existe una suerte de Estado de opinión, bajo la doctrina de que el gobierno no se ejerce únicamente desde los límites constitucionales, sino que la opinión de la ciudadanía podía marcar las formas de ejercicio del gobierno.
De hecho, Uribe fue reelecto con una amplia votación popular y se convirtió, hasta entonces, en el presidente más popular de los últimos años.
Otras razones de quienes defienden la reforma es que con el fin de la reelección se despersonalizará la política y el ejercicio del poder. Además, señala Pachón, “un presidente que es reelecto pone en duda cómo manejó su campaña con el uso de recursos públicos”.
Al exvicepresidente de Uribe, Francisco Santos, no le incomoda la reforma, pero ha dicho que se permita la reelección pasando un período.
El debate, tal como se lo concibe en Ecuador, sería dentro del Parlamento colombiano y podría durar cuatro años. Se requieren ocho debates en el Congreso y en el Senado, la aprobación en la Corte Constitucional y al final, la firma del Presidente de la República.