840 personas con discapacidad, damnificadas

Un voluntario ecuatoriano ayuda a trasladar a una niña con discapacidad en uno de los refugios de Pedernales. Foto: José Jácome / EFE

Un voluntario ecuatoriano ayuda a trasladar a una niña con discapacidad en uno de los refugios de Pedernales. Foto: José Jácome / EFE

Un voluntario ecuatoriano ayuda a trasladar a una niña con discapacidad en uno de los refugios de Pedernales. Foto: José Jácome / EFE

Bertha Cagua perdió su pierna derecha cuando tenía 22 años. Era 1973. Dice que una víbora la mordió en el monte, cuando cosecha verde para la alimentación de sus hijos.

En un principio no le dio importancia a lo que pasó, pero su extremidad se hinchó tanto que los médicos que la atendieron no tuvieron otra opción que amputarla.

43 años han transcurrido desde aquel incidente. Dice que fueron momentos muy duros, comparables solo con los que ahora enfrenta.

Cuando se produjo el terremoto, el 16 de abril, intentó escapar de su vivienda, pero se fracturó la pierna que le quedaba. Ahora está inmovilizada en uno de los refugios en el sector de La Chorrera, en el sur de Manabí. “Estaba cocinando cuando comenzó a temblar la tierra. Uno de mis hijos me ayudó a salir de mi vivienda”, contó la mujer. “Unos médicos me examinaron y me entregaron pastillas, agua y comida. Continuaba asustada por el desastre; por momentos no recordaba lo que ocurrió”.

Un grupo de voluntarios evaluó su estado de salud, el domingo 24 de abril, para llevarla en avioneta hasta Manta y que allí fuera revisada en un centro asistencial. El viaje lo hizo con su hija, Ángela Márquez, quien aseguró que no se pudo hacer antes porque no había sillas de ruedas para poder movilizarla.

Según el último informe de la Secretaría Nacional de Riesgos de ayer (25 de abril del 2016), a las 13:00, se identificó tras el terremoto a 840 personas con discapacidad. De ese total, 268 están en albergues y 126 en casas de familias acogientes.

Brigadas de voluntarios y personal del Consejo Nacional con Discapacidad (Conadis) visitan a los damnificados para evaluar a las personas con discapacidad.

Roberto Gilces, director encargado del centro de salud de Jama, señaló que también se cuenta con médicos cubanos que llegaron a los campamentos de los damnificados para conocer los casos de personas vulnerables por la emergencia.

El objetivo -señala- es darles atención y evitar que adquirieran resfríos por las lluvias que han caído en esos sectores en los últimos cuatro días, así como infecciones estomacales, problemas respiratorios e irritaciones de piel.

Sin embargo, los dirigentes de las comunidades aledañas a Pedernales afirman que la ayuda llega a ciertos puntos, pero hay otros en los que la gente con discapacidad todavía se encuentra esperando.

Es el caso de Ángel Gabino Marque, quien tiene discapacidad del 30% en su pierna izquierda. Su hija, Lady Diana, de 10 años, tiene parálisis total del cuerpo y viven en la comunidad de Chorrera, ubicada a cinco minutos de Pedernales. Su casa se derrumbó durante el terremoto y pidió ayuda a las autoridades.

Les habían entregado provisiones de agua y alimentos, pero la medicina que requiere la pequeña, gotas de Valpakine (para evitar convulsiones), se les termina. “Necesita una dosis de ocho gotas que deben ser suministradas tres veces al día. Me preocupa que se termine la medicación y mi niña comience a tener problemas. También buscamos pañales para ella”.

Con su hija y esposa viven en una casa frente al mar que les prestaron luego del terremoto, pero es temporal. “Nadie ha venido acá. Hemos cogido algunas cositas, pero porque salimos a la carretera a pedir ayuda”, manifestó el hombre.

Ante los casos de personas con discapacidad que enfrentan un terremoto, el Conadis elaboró una guía de ayuda.

En los casos de personas no videntes (se lee en el manual) no hay que halarles del brazo mientras evacúan un lugar; la idea es evitar caídas o accidentes. Para quienes no hablan y escuchan, la guía muestra las señas que se deben utilizar cuando necesiten ayuda.
Está disponible en el portal web: www.setedis.gob.ec.

En el caso de Mercedes Matamoros, de 25 años, no fue así. Ella estaba en la mesa con su hermano cuando ocurrió el temblor, al inicio de la merienda. Su casa no se destruyó, pero continuaba asustada hasta ayer. Temía que se den otras réplicas y sufrir un accidente.

Su hermano, Luis, desconocía cómo se debe actuar con una persona con discapacidad cuando se presenta un desastre natural. Luego del terremoto, tras recibir la visita de funcionarios del Gobierno y voluntarios, le explicaron lo que tiene que hacer. Es decir, protegerse bajo una mesa o una banca y estar alerta para guiar a la persona discapacitada.

Ayer, ellos esperaban la ayuda del Gobierno, pero estaban preocupados porque no saben lo que sucederá con su casa, cuyas paredes se cuartearon.

En contexto

Tras el terremoto de 7.8 grados de magnitud, las autoridades evalúan los daños. Poco a poco se ha llevado ayuda a los grupos vulnerables. Existen 292 profesionales médicos del sistema público de salud desplegados en las zonas más afectadas.

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