En el Hospital Donka en Conakry donde se trata a losinfectados con ébola. Foto.Cellou Binani
Los cooperantes de la Cruz Roja que trabajan actualmente en zonas de África occidental donde se registra el ébola suelen ver cómo sus coches se ven rodeados de inmediato de niños. Pero en lugar de la algarabía habitual en la que gritan “Cruz Roja”, los pequeños claman “ébola, ébola, ébola”.
Esa situación se ha vivido en la región este de Sierra Leona, donde la epidemia se ha propagado fuertemente. “Creo que las personas comienzan a entender poco a poco que el ébola realmente existe y que la enfermedad es real”, dijo Katherine Mueller, portavoz de la organización en África, durante un viaje a la región.
Al menos los niños conocen el nombre del virus. Pero durante mucho tiempo no ha sido así, pues se trata de la primera epidemia de ébola que afecta a esta parte del continente.
En parte también por la superstición, los curanderos y los que practican vudú. Desde que irrumpió la epidemia en marzo pasado, ellos fueron los principales adversarios de la labor de los médicos. “Aquí en Sierra Leona las personas, (cuando enferman), tienen la costumbre de dirigirse primero a los curanderos”, explicó Mueller. “Y a veces es demasiado tarde cuando finalmente llegan a un dispensario médico”. Apenas hace unas horas que la Cruz Roja tuvo que recoger otros cuatro nuevos cadáveres.
“Este mediodía recibimos una llamada que han sido llevados al centro de tratamiento siete nuevos pacientes“, dijo. Los expertos temen que haya muchas personas más con los síntomas de la enfermedad que se han contagiado de algún familiar o que vivan en zonas tan alejadas que los médicos todavía no han detectado.
Durante mucho tiempo Guinea y Liberia fueron lo países más afectados por el virus, pero ahora las cifras que se registran en Sierra Leona son preocupantes. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre el 18 y el 12 de julio en los tres países se registraron 85 nuevos casos de ébola, 49 de ellos en Sierra Leona.
En poco tiempo han muerto en toda la región 68 pacientes, 52 en la antigua colonia británica. En total, la cifra de casos en África occidental asciende a 964 afectados, de los que han muerto hasta la fecha 603, según las estadísticas. “Y no creo que hayamos llegado al punto álgido de la epidemia”, advierte Mueller.
Sus colegas de Médicos Sin Fronteras (MSF) y Naciones Unidas respaldan sus pronósticos pesimistas. “Sigue habiendo gente que niega que la enfermedad exista, y otros que piensan que no hay que tratarla”, señala Manuel Fontaine, director regional de Unicef para África Occidental y Central. “Si queremos romper la cadena de transmisión del ébola, tenemos que hacer más que sólo tratar a los pacientes.
Tenemos que ir de puerta en puerta, acudir a cada mercado, a cada iglesia y a cada mezquita para hablar del ébola”, señaló. Pero para ello no se precisa únicamente más personal de forma urgente, sino también medios materiales. A pesar de los esfuerzos y las medidas, los observadores estiman que pueden pasar semanas e incluso meses hasta que se pueda controlar la epidemia. A menudo produce un impacto negativo el ver a los cooperantes con monos que cubren todo el cuerpo.
En los alrededores de Guéckédou, en Guinea, hay más de una veintena de pueblos que han prohibido el acceso a los médicos, alerta Médicos Sin Fronteras. La enfermedad, que en un 90 de los casos resulta letal, sigue cobrándose vidas. Los síntomas más frecuentes son la fiebre y las fuertes hemorragias.
“En Macenta, Guinea, murieron 15 miembros de una familia por el ébola”, informó la doctora Hilde de Clerck, que ha trabajado para MSF en otros brotes de ébola en el Congo o Uganda.
Los familiares contagiaron a sus parientes, entre ellos niños, antes de que pudiesen intervenir los médicos. Tan sólo el padre de familia y su esposa se pudieron salvar. “No es suficiente convencer a un único miembro de la familia de nuestro trabajo, sino que tenemos que tener la confianza de todos”. Y el trabajo no resulta difícil sólo para los enfermos y doctores, sino que es duro física y psíquicamente.
Los trajes futuristas que cubren todo el cuerpo resultan difíciles de soportar con las elevadas temperaturas en la región, relatan médicos y enfermeros.
Además, desde el punto de vista emocional tratar enfermos de ébola es difícil. “Los pacientes tienen muchísimo miedo”, explica de Clerck. “Somos las últimas personas que tocan y muchos nos piden que les cojamos de la mano”, agrega.
Negar una última caricia a una persona moribunda es una decisión difícil, pero el ébola es un agente invisible que acecha bajo la piel y que sólo se puede combatir con medidas severas.