La fachada de la casona esquinera de la Sucre y Benalcázar no será derrocada, sino que será preservada para que guarde armonía con la zona. Por ahí entrarán y saldrán los usuarios de la futura estación del metro. Foto: Javier Flores / EL COMERCIO
Los años y las anécdotas vividas se quedan en cada rincón de los 10 locales de la casona ubicada frente a la plaza de San Francisco, donde funcionará una de las estaciones del Metro de Quito.
Ayer, 17 de febrero del 2016, una mezcla de emociones sintieron los propietarios de estos negocios cuando entregaron las llaves que, durante años, usaron para abrir las puertas y atender a la clientela del Centro Histórico.
Esta entrega simbólica ocurrió en el marco de la finalización del Seminario Internacional Metro Quito – San Francisco: Experiencias Internacionales de Conservación Patrimonial, que se desarrolló durante dos días en el convento la iglesia del mismo nombre.
Sandra Vinces, propietaria del almacén Polita, fue la encargada de entregar las llaves al alcalde Mauricio Rodas. Lo hizo con una profunda melancolía, porque su local funcionaba desde hace 40 años en esta casa. Ahora se pasará a un almacén localizado en las calles Venezuela y Bolívar.
El trasteo no fue fácil, dijo, porque cada espacio guarda una anécdota. Esta mujer recuerda que los turistas rescataban la decoración y el colorido de su establecimiento. Tomaban fotos, preguntaban su historia: es su mejor anécdota. “Esto nos llenaba de alegría y de emoción, por lo que nos vamos con una gran melancolía”, señaló.
En la casona funcionaban locales de todo tipo: restaurantes, almacenes con insumos de sastrería, un banco y otros más. Hasta ahora se han desocupado nueve. El único que aún funciona es el banco, que saldrá en los próximos días.
Otro de los propietarios que estuvo presente en esta entrega simbólica es Paúl Valdivieso, dueño del restaurante Benalcázar. Lo primero que se le viene a la mente es que su negocio cuenta con más de 25 años de funcionamiento. Es la segunda generación en hacerse cargo de este restaurante que comercializaba platillos típicos quiteños. “Es una mezcla de emociones. Siento tristeza por los años que han pasado. Y alegría porque es un proyecto que beneficiará a la ciudad”.
Para Mauricio Rodas, la entrega simbólica de las llaves se constituyó en un gesto de generosidad de los comerciantes que han sido reubicados.
“Es un sacrificio de las personas que tienen que salir para consolidar esta obra, que va a transformar a nuestra ciudad. Es un voto de confianza que se da para el metro”. Rodas aclaró que la construcción de este sistema de transporte no implica el derrocamiento de este inmueble patrimonial. Al contrario, se busca la preservación de las infraestructuras del Centro Histórico, explicó el Burgomaestre.
“El trazado del metro no pasará por debajo de ningún monumento ni edificación patrimonial. No se afectará al patrimonio de los quiteños”.
El Alcalde de Quito basó sus declaraciones en los resultados del informe de los estudios de prospección que se realizó bajo la plaza de San Francisco y calles aledañas, como la Bolívar, Cuenca, Benalcázar… Estuvo a cargo de catedráticos de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
En el documento, que se presentó ayer, 17 de febrero, se explicó que hay 21 anomalías bajo San Francisco y áreas aledañas. Es decir, elementos que representan posibles rasgos y contextos arqueológicos tanto precolombinos como históricos e incluso modernos.
Florencio Delgado, catedrático de la USFQ, explicó que con el estudio se ha descartado que existan restos arqueológicos relacionados con templos incaicos. Se encontraron vestigios que, para los arqueólogos, son importantes, por lo que es necesario que se hagan más estudios, señaló.
El análisis se hizo por medio de georradar y tomografías eléctricas. De esta manera se identificaron las anomalías de probable naturaleza cultural, a una profundidad que va desde 20 hasta 40 metros.
La mayoría está en la parte superficial, es decir, a unos 2 metros de profundidad. “Para saber en qué consisten estas anomalías es necesario excavar para mitigar los daños en la parte patrimonial, con anticipación. Lo importante es que se conozca qué hay para salvarlo”, explicó Delgado.
En el estudio se encontraron, por ejemplo, unos canales posiblemente de agua y unas formaciones circulares. Para Delgado, es necesario que haya expertos en arqueología, que trabajen cerca de la construcción para que se eviten daños en el patrimonio.
Adriana Vallejo, gerenta de Responsabilidad Social y Ambiental del Metro de Quito, indicó que no todos los sitios por donde pasa el metro son de interés arqueológico. Se identificaron tres sectores: Quitumbe, El Ejido y San Francisco. Los estudios de los dos primeros ya concluyeron.
Hubo algunos hallazgos que fueron entregados al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC). “El INPC liberó las áreas de Quitumbe y El Ejido. Fueron algunos restos, como tejas. Se lo hizo el 2015”.
El cuidado del patrimonio se reforzará en los próximos días con la firma de un convenio con el Metro de Roma. Consiste en un acompañamiento de expertos de esta localidad italiana para preservar el patrimonio quiteño. El convenio se oficializará en los próximos días y no tendrá un costo.
Movilidad
Un estudio muestra que existen 21 puntos sensibles por contextos arqueológicos
En Contexto
Ante la preocupación de que las obras del metro afecten al patrimonio, se cumplió un seminario internacional del que resultaron consejos para que sea preservada la arquitectura. San Francisco será la única parada del metro en el Centro Histórico.